Blog personal, Acerca de las vivencias ocurridas en mi vida, o de otras personas, y cosas que me interesan o me gustaría comentar.

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viernes, 29 de enero de 2010

8. Mis primeros trabajos


No recuerdo muy bien la edad, ni el porqué decidí querer trabajar, creo que fue a los 9 o 10 años (1977 o 1978).

En el barrio, habían varios amigos, que en las vacaciones de la escuela, trabajaban en tiendas o pulperías.
Como ellos siempre andaban plata y uno no, pues entonces de ahí nació esa afición al trabajo.

Para esa época, acababan de construir el Centro Comercial del Sur.
Era toda una novedad, ya no era ese gran espacio vacío lleno de pasto y tierra que uno veía cuando pasaba en el bus, ahora era un lugar lleno de muchas tiendas.
Así que un amigo y yo nos fuimos a pedir trabajo como empacadores al Más x Menos de ahí.

Pero no nos dieron nada…éramos muy chamacos aún.

Para no salir con las manos vacías, inventamos limpiar ventanas del centro comercial.
Íbamos de tienda en tienda ofreciendo nuestros servicios, hasta que una dijo que si.
Nos dieron las cubetas, el jabón, los trapos y todo lo que requeríamos…nosotros poníamos la mano de obra.

No sabíamos, ni siquiera cuánto nos iban a pagar, nosotros ni preguntamos, solamente estábamos felices.

Eran unos ventanales inmensos, y empezamos a enjabonarlos todos, por dentro y por fuera, yo por un lado, y mi amigo por el otro.

Al llegar el momento de quitar el jabón del vidrio, nos dimos cuenta que se había ido el agua en todo el centro comercial…y volvía hasta en la tarde.
Los ventanales quedaron todos aparchonados y asquerosos, casi ni se podía ver nada por ningún lado, mi amistad y yo no sabíamos que hacer, y mucho menos el encargado de la tienda.

Al final nos dijeron que dejáramos eso así, que tomáramos 7 colones y mejor nos fuéramos tranquilos.
Ese fué nuestro primer salario….7 colones entre ambos.

El cual lo gastamos en seguida en una venta de hamburguesas…1 hamburguesa para cada uno, y nos dimos cuenta que no guardamos plata para el pase del bus…así que tuvimos que devolvernos a pié hasta la casa, como 5 Km, en ese entonces yo vivía en Desamparados.

Mi segundo trabajo, fue un poco más serio, siempre en vacaciones de la escuela, fue en 1979, ya tenía 11 años y salía de sexto grado.
Un primo mío me recomendó en una empresa de aire acondicionado.
Así que me metieron como ayudante, cabe mencionar que en ese entonces, cualquier menor de edad, con solo un permiso patronal, podía trabajar en varios lugares.

Cuatro colones la hora ganaba en ese entonces, como 200 colones por quincena me llegaban…me alcanzaba para todo, ropa, discos, relojes, comida , mi mamá, etc., en eso gastaba el sueldo.

El trabajo era bonito, se trataba de una empresa que instalaba todo tipo de aires acondicionados industriales en muchos lugares del país.
Estaban los ducteros (así les decíamos), los que trabajaban haciendo ductos por donde pasa el aire, hechos de lata o fibra de vidrio.
Ellos la mayoría del tiempo trabajaban en el taller, y estábamos los de mantenimiento, encargados de ir mes a mes a hacer mantenimiento a muchos lugares. Y otros que eran los de reparación, que eran los técnicos con mayor experiencia en eso.

Ese trabajo era muy bonito, no era tan aburrido, y aprendía varias cosas técnicas.
Trabajaba junto a otro compañero…yo de 11 y el de 20, éramos bastante chiquillos todavía.
Yo era el ayudante, y eso significaba siempre hacer las cosas que el otro no quería hacer, como jalar escaleras, mangueras, o treparme a lugares incómodos.

Aprendí a trabajar en cielos rasos y azoteas, y como yo era siempre el más delgado y pequeño, en lugares que alguien no cabía, ahí era donde yo salía a relucir.

Me tocó instalar los aires acondicionados de Bandeco, un edificio de espejos por donde queda La República, también cuando hicieron el Registro Nacional en Zapote, me tocó estar ahí cuando apenas era un cascarón de edificio, y parte del hotel Herradura, así como el teatro Melico Salazar.
En el aeropuerto, al fondo, un avión de SANSA que creo se estrelló poco tiempo después, murieron 4 personas


Cuando había que trabajar, era bastante cansado, andar trepado en un cielo raso incomodo, oscuro y caliente para poder llegar a los evaporadores del aire, y a veces era arriesgado estar en las azoteas, como edificios del Banco Popular, Banco Central, el banco Crédito Agrícola o La Gran Vía, lo feo era por donde había que pasar a gran altura, por varios aleros del edificio muy pequeños, para poder llegar a una máquina llamada el condensador.

Los mantenimientos eran mensuales, pero los planificábamos de manera, que un mes lo hacíamos todo bien y correcto, y al otro solo llegábamos a medio revisar que todo estuviera bien (malas mañas que uno agarra).

Para el mes que sabíamos que todo estaba bien, nos dedicábamos a dormir en el cielo raso, mientras la gente suponía que estábamos trabajando arduamente.
Cuando oíamos que alguien se acercaba por debajo de la escalera, empezábamos a golpear las latas de la máquina con un destornillador, y a hablar como que estábamos sufriendo en hacer algo.

En veces solo quitábamos la lámina de cielo raso, poníamos la escalera debajo, y nos íbamos a otro lado, y la gente creía que estábamos arriba trabajando.
Luego llegábamos a que firmaran las hojas de mantenimiento, y nos íbamos a otro edificio.

Recuerdo haber dormido en la azotea de la casa presidencial cuando estaba Carazo y Monge de presidente, y a la casa le decían el Monge’s bar, la cocina era inmensa, más grande que mi casa, y hasta una sala pequeña de cine había.
Tremendo susto nos llevamos una vez durmiendo en la azotea del Registro Nacional, cuando empieza a sonar una sirena, y la teníamos en las puras orejas…era el llamado para la hora de almorzar de la gente del lugar.

Muchas conversaciones de mujeres, escuchábamos cuando estábamos metidos en un cielo raso, y ellas no sabían que estábamos ahí….solo tonteras hablaban, y cuando nos veían bajando, se sonrojaban todas.

Otros lugares bonitos que recuerdo, eran el aeropuerto y las bóvedas de dinero del Banco Central, como 2 sótanos hacía abajo del edificio, uno tenía que dejar todo el dinero que llevaba con un guarda, y generalmente, era solo menudo.
La gente de ahí, en vez de cubículos de hoy en día, trabajaban dentro de una jaula de malla.
Muchas veces nos teníamos que subir en cajas llenas de billetes nuevos para poder subir a ver una máquina.
Y veíamos cuando quemaban el dinero viejo, luego de haber sido perforado.
La turbina de un Jet de Iberia

Como anécdota curiosa, recuerdo que una tarde estábamos en el edificio de Radiográfica Costarricense, un viernes por la tarde, terminamos el trabajo y de ahí ya nos íbamos para la casa, no teníamos que ir al taller, y mi compañero me dice:

- Mae el amperímetro (un instrumento de medición)…que madre!, creo que lo dejé en la azotea, porqué no me lo recoje, y el lunes me lo trae al trabajo?

Volví a subir, eran ya casi las 5pm, y rápido estaba en la azotea, encontré el aparato debajo de una máquina, y cuando me disponía a bajar, se me cerró la puerta de la azotea hacia el edificio.

En eso me dí cuenta de varias cosas… no podía bajar de ahí, estaba solo en una azotea de un edificio, además era Viernes, ya todo el mundo se iba para la casa, nadie sabía que estaba yo ahí, para peores no trabajaban Sábados ni Domingos, y ya se venía un aguacero.

Yo no quería dormir ahí el fin de semana, así que toqué y le volé patadas a esa puerta para ver si alguien me oía, pero creo que el guarda más cercano estaba varios pisos más abajo.

Mi compañero ya se había largado, y ya me estaba empezando a desesperar, así que me acerqué al borde de la azotea, y empecé a gritarle a la gente, 5 pisos más abajo.
Nadie me ponía atención, hasta que hice movimientos con los brazos y a saltar en el puro borde.

Al momento varias personas se empezaron a concentrar en la acera, para ver hacía arriba, a ver quien diablos gritaba y saltaba como un loco.

Yo solo gritaba:
-Llamen al guarda, llamen al guarda…

Hubo un momento que hasta los autos se detenían a ver que era el asunto.
Detuve todo el tránsito en esa calle enfrente al edificio, y nadie llamaba al guarda.
Cada vez había más gente, al menos logré mi objetivo…llamar la atención.
Al cabo de un rato, sale un guarda del edificio, y parece que me vió.

Minutos después, me abrieron la puerta, y el guarda me reconoció, y me preguntó todo alarmado, sobre mi situación.

Le conté la historia, y se echó a reír, cuando bajé hacia la calle, me quité la gabacha, y salí como si nada, haciéndome el maje y me dí cuenta que la gente aún estaba aglomerada buscando al tipo loco que se iba a tirar de la azotea.

Ya estaba aprendiendo dos cosas…a trabajar, y a sufrir.
Ya todo en la vida no era solo juegos.

lunes, 25 de enero de 2010

-> Seguro Social Casero

Nota:
(Para los que siguen la secuencia de vivencias de un niño…aún no finaliza, solamente quiero hacer un comercial acerca de lo que me pasó un día que fui a un centro de salud de mi país.
Y si no saben de que estoy hablando, inicien la secuencia dándo un click aquí)

Sucede que por varios días, he estado enfermo…me duele todo el cuerpo, la cabeza, la garganta, tengo tos, y calentura.

Me he sentido horrible, para peores ha estado haciendo un frío de los Diablos (aunque con el Diablo , frío no debe de haber), y por más pastillas y reposo que tenía (en mis días libres), no sentía mejoría, así que ya obstinado, decidí ir a un EBAIS a que me curaran.

Me levanté temprano ya que dicen que si uno llega temprano no hay que sacar cita, y a la gente con gripe la ponen en otra fila.
Estuve como una hora esperando a que abrieran, y cuando iba entrando, me detuvieron y me preguntaron que donde vivía… (Solo a mi de todos los de la fila)


Me sentí igual como si un desconocido quiere entrar a tu casa y va directo hasta el patio… (Todo enjachado)
Les dije que en Santiago del Monte, y al responder eso, se enojan y me dicen:
-¿Pero en que residencial de Santiago del Monte?


-Pues en Santiago del Monte… (Así se llama el residencial)


-Si pero Santiago del Monte es muy grande, puede ser La Eulalia, la Jenny, Gírales, cual residencial?...


-El residencial es Santiago del Monte, segunda etapa, así se llama, la que no es de aquí es usted ¿verdad?...


-Bueno lo sentimos mucho, no podemos atenderlo porque a todos los de su residencial los pasaron para otro EBAIS, por la escuela….¿porqué no sabe eso?, ¿hace cuanto que no viene por aquí?…..


-Pues desde el 2002…


-Ah no, eso lo cambiaron hace 2 años


-Pero yo estoy afiliado aquí, y tengo carné, y dice vencimiento indefinido…


-No, no se puede, no lo podemos atender, tiene que irse para allá…


Como me sentía hecho leña, y me sentía como un mendigo pidiendo comida…
Me obstiné más y me vine para la casa otra vez.
Me devolví a pie como 1 KM, hecho una desgracia y con mucho frío y calentura, pero dando gracias a Dios que no iba quebrado o renco.

Iba a ir al otro EBAIS, pero me imaginé otra fila, y esperar a que me afiliaran, me dieran el carnet…y bla ,bla ,bla y todos los inventos que tienen como gran burocracia que son, y decidí curarme solo antes que desgastar mi vida así de gratis.
Una sopa de gallina, una buena doña, una frotada con zepol… y ya que no me atendieron para curarme, y mi salud estaba en juego…pues una amistad me regaló unas pastillas que les dan a las mujeres para los dolores después del parto…
De por si estaba casi en el mismo asunto, estaba pariendo con mi enfermedad, y con el seguro social.

Estaban en una caja que decía “muestras gratis”, solamente me dijo que eran muy buenas, pero que no me tomara ninguna otra pastilla, porque me podía ir feo.
Supuestamente el Estado le indica a uno que no se automedique….pero lo incita a hacer otra cosa, auto-salvarse o matarse.
Uno enfermo, no piensa mucho, solo en curarse…

Me tomé la primera pastilla, a esperar que pasaba…si me moría, de a fijo les iba a jalar las patas a todos los de ahí esa noche.
A las pocas horas, se me quitaron los dolores horribles, y luego la calentura empezó a bajar.
En pocos momentos, me sentía ya casi repuesto.
Cuando ya estaba casi curado, me puse a reflexionar acerca del asunto:


¿Porqué en vez de preguntarme de primera entrada donde vivo, porque no me pidieron lo más esencial para estar ahí? (cédula, carnet y orden patronal al día)
O tal vez preguntar ¿que diablos tiene?.... ¿no es por eso que están ahí, para curar a la gente?


¿Porqué me veían como un extraño?...es cierto que no voy a menudo, pero cual es la ganga de ser cliente de una clínica, yo voy solo cuando me siento enfermo, no a ver enfermeras, tampoco iba a que me incapacitaran, no me gusta, me viene menos sueldo que estoy ocupando (no tengo ninguna incapacidad desde 1999)


¿Habrá que ser cliente frecuente de ese sitio para que lo vean bien?
¿Por qué tengo que saber todos los inventos que hagan?
¿Y si hubiera hablado con acento extranjero, me va mejor o peor?
¿Para que carné con fecha de indefinido, si ya no servía para nada?


Cabe decir que me rebajan casi 50 mil colones de mi salario cada mes, más lo que le rebajan al patrono, que es una cantidad mayor, pero cuando lo voy a usar en casi 8 años, no me quisieron atender donde estaba afiliado desde siempre, y lo hacen a uno mendingar su servicio como si no hubiera sido pagado con anterioridad.

La verdad, es que sentí que a mi perro le ha ido mejor cuando el va a la veterinaria, tiene mejor trato, es eficiente, y no sale tan caro (hasta galletas le dan).

O una de dos, o sigo yendo donde el veterinario, o le ruego a Dios, que el día que vaya a morir, muera de un solo… sin nada que hacer por el hombre.
Y espero que donde llegue, no me digan lo mismo....

7. Las Navidades


Las Navidades eran siempre muy bonitas en el barrio, o donde unas amistades que teníamos en Tilarán, Guanacaste.
Los 24’s, recuerdo las fiestas en las casas, los bailes, la música, pero sobre todo la comida.

Cuando era bastante chiquillo, siempre me tenían con el cuento de San Nicolás que traía los regalos, pero luego hubo una época que cambiaron por el niño Dios, este cambio me hacía siempre dudar de todo, y quería ver como traía los regalos.

Yo algo raro imaginaba, así que trataba de estar despierto, y mi mamá me seguía la corriente, que ya casi venía, que esperáramos, pero nunca podía aguantar mucho y me dormía….lo que si se, es que como a las 5 de la mañana, me levantaba y estaban todos los regalos y juguetes a la par de mi cama, y ya empezaba a hacer bulla con todo lo que me traía el niño.

Mi madre también madrugaba para ver mi cara de felicidad…ahora que uno es viejo y recuerda eso, le da nostalgia, y nunca he podido saber donde guardaba todos los juguetes, hasta el 25 de Diciembre.

De los juguetes que más recuerdo, estaban unos robots, un futbolín, un muñeco del Hombre Nuclear, una caja registradora, muchas revistas de Lorenzo y Pepita, y cada año, no podía faltar una bola y una camiseta del Saprissa.

Todo el barrio estaba levantado temprano y cada uno enseñando los regalos, muchos juguetes ya no servían en la tarde, pero ya nos había hecho bastante felices.

Solo recuerdo que a la familia del fondo de la Alameda, donde habían un montón de carajillos, uno preguntaba que les había traído el niño….y casi todos respondían: -“una caja de galletas Familia”, o “una caja de galletas soda”….cosas así.
Siempre nos daba lástima, hasta que un año, recibieron unos patines, los cuales parecían que se les habían encarnado, porque nunca más se los quitaron.

Las famosas mejengas con las bolas de fútbol nuevas, eran eternas, se luchaba para ver quien inauguraba la nueva bola con el primer gol…en esos partidos, casi siempre al final se acababa, porque alguien salía llorando de un golpe o algo así.
Cuando ibamos a pasar el fin de año a Tilarán, nosotros éramos la chusma de San José…todo el pueblo nos lo decía.

Es un pueblo de campo, tranquilo y bonito, con mucha naturaleza, montañas, potreros, ríos, pero sobre todo mucho viento.
Nunca para de sonar el viento en ese lugar, a toda hora… tiene un clima muy raro, hace viento, calor y llueve, todo al mismo tiempo.

La gente de ahí, en esa época de 1979 o 1980 para la Navidad, se dormía muy temprano, eso era aburrido, y nosotros siempre buscábamos que hacer, así que para un 24 decidimos ir varios a las 12 de la noche al cementerio del lugar, para ver quien se atrevía a meterse solo y hasta el puro final.

Costó mucho que alguien lo lograra, casi no avanzaba nadie, ya que es un cementerio bastante solitario, con unos pinos enormes sonando por el viento, y luego del cementerio, está la montaña de La Cruz, toda inmensa y vacía, con su pasto meciéndose por el viento como las olas de un Mar extraño y negro.

Me tocó el turno a mi, y me fui decidido a lograrlo…pero cuando iba por la mitad, ya no veía a mis amigos, por el viento casi ni los oía, estaba muy oscuro, y esos Pinos se mecían horriblemente por el viento…y me sentí muy solo… demasiadamente solo.

No me pude devolver, no se si por valentía o por miedo, pero seguí hacia adelante, caminaba y caminaba, y cada vez se veía menos…el frío era terrible, pero mayor era la soledad que sentía a cada paso que daba, y creo que me desubiqué.

Cuando me dí cuenta estaba ante un poco de tumbas, y muchas sombras y ruídos de árboles, y cosas de mi imaginación…casi caigo en un hueco que estaba hecho en la tierra para meter algún cuerpo, y si hubiera caído, no se si hubiera podido salir solo. En eso me topo de frente un alambre de púas… y la inmensa montaña de La Cruz.

Me dí cuenta que pude llegar hasta mi meta…algo estúpida pero lo había conseguido. Y después de eso, no me dió más miedo, sentí una paz y una felicidad.
Una vez que llegué al final, nunca pensé en devolverme, solo veía el cielo negro y abismal, y los Pinos mecerse…hasta que veo varias sombras acercándose hacía mi….y se notaba que no eran árboles.

Ahí, ya no supe que hacer…no me podía devolver, porque iba directo a las sombras, y no podía agarrar para la montaña, porque se veía muy fea la cosa, así que estaba pensando en un plan.
Cuando ya estaba viendo a ver que hacía, oigo que gritan mi nombre…

Eran mis amigos, me estaban buscando desde hace rato, y como no aparecía, decidieron entrar todos.

Ya no me sentía solo, salir fue más fácil, pero siempre me quedó ese sentimiento de soledad… como deben de sentir todos los muertos en los cementerios, en cada noche, ya que si en el día son solitarios, en la noche lo son más.

Una navidad algo extraña, en donde me sentí como un muerto más…sin nadie que me viera, o me escuche.
Tilarán, al fondo se puede ver La cruz

6. Juegos de niños


La vida transcurría igual a cualquier vida normal a la de un niño…
Con sus aficiones a inventar juegos por más extraños que parecieran para personas adultas.

Por ejemplo, recuerdo que una vez le pedí al niño, unas botas de hule “Colibrí”, y el fin no era para no mojarme en las lluvias, si no todo lo contrario…era para ir a cazar renacuajos a las pozas y estanques que se hacían en los cafetales y la plaza…simplemente era divertido ver quien cazaba el renacuajo más grande y hermoso, el cual los teníamos dentro de una botella.

El juego se acabó hasta que a un amigo, se le clavó un alambre de púas en la bota, y le rompió todo el pie…cuando le quitamos la bota, y el alambre de púas, se le vino tamaño pedazo de piel, como si fuera un pedazo de bisteck que le estuviera guindando de este.

Entonces se nos ocurrió jugar de Superman…sacamos un colchón de una cama, y nos subíamos al techo de una casa, y nos tirábamos haciendo acrobacias en el aire.
Suena peligroso, pero el colchón, era lo bastante grueso y grande, y no creíamos, que fuera mucha la altura de la que nos lanzábamos.

Todo eso terminó, hasta que en un tiro me tocó tirarme, y se me enredó el pié, en el borde de una canoa, y quedé guindando por un breve tiempo, hasta que caí, no de muy buena manera, pero por suerte, sobre el colchón.
No me pasó nada, pero no me gustó más el juego.

Así que inventamos otro juego…se trataba de fútbol sobre techo…
Todas las casas de la Alameda, estaban pegadas, y de igual manera todos sus techos, era como jugar sobre un inmenso techo.

Este juego no fructificó lo suficiente como para hacerlo un deporte nacional…los vecinos salieron de sus casas a insultarnos y lanzarnos piedras y palos, cosa que lo hizo más divertido, ya que corríamos como locos sobre los techos, desde el inicio del barrio en la esquina, hasta el fondo de la Alameda…pero terminó hasta que una lámina de un techo se desfondó, se quebró, y un compañero nuestro cayó, y quedó incrustado en el cielo raso de una casa.

No se de que material estaban hechas esas láminas, no eran como las de Zinc de ahora, parecían como de cartón negro…les hicimos goteras a todo el barrio, el cual tuvimos que reparar todos, con una pega negra especial que vendían.
Fuimos severamente castigados, y no se nos permitía que nos juntáramos más entre todos.
Tampoco recuerdo como se pagaron las reparaciones, ni quien inventaba los juegos, pero pasaron días en que el barrio estaba desolado.
Eramos pocos los hombres en esa escuela

Como no se nos permitía salir, estaba solo siempre en la casa, ideando algún nuevo juego, así que una vez se me ocurrió jugar de Ultraman (serie famosa de monstruos gigantes y héroes voladores de esa época), así que yo tenía un robot de juguete que atacaba las naves espaciales de los buenos, pero para darle más realismo al asunto, me hice un avión de papel, y cuando el robot lo golpeaba, le prendía fuego a la cola, y lo tiraba al aire, envuelto en llamas.

Lo malo es que estaba jugando en mi cuarto…y el bendito avión voló y cayó debajo de mi cama…en pocos segundos, el fuego del avión de papel, se pasó al forro de abajo de la cama, y empezó a arder en instantes…

Esto me asustó todo, no el hecho de que se me estuviera quemando la cama, sino que mi mamá estaba en la sala hablando con unas visitas, y yo estaba castigado, y me estaba jalando una torta bastante fea.

A como pude, salí corriendo hacia el patio, y llené una palangana de agua, y me la llevé corriendo al cuarto…lo que no me resultaba, era tirar el agua por debajo de la cama, y en dirección de abajo hacia arriba…no me estaba sirviendo la táctica, ya que no se apagaba casi nada de fuego…volví a llenar la palangana de agua, y volvía corriendo a tratar de apagar el embrollo en el que estaba metido, varias veces más…pero ya estaba cansado, y el humo empezó a salir hasta la sala…

Mi mamá, y los invitados me veían en una pura carrera y congoja con la bendita palangana, y no decían nada, hasta que vieron el humarascal en toda la casa…
Luego escuché los gritos de mi madre y de las visitas, y corrieron a ver que era el asunto…al ver las llamas, entre todos volcaron la cama, y empezaron a echarle agua, luego llegó un vecino a ayudar con más baldes de agua, y una manguera…todo el mundo estaba metido en la casa apagando el fuego, y yo asustado, porque ya se había descubierto mi desgracia…

Al final se logró salvar la casa, mi cuarto, y un poco mi cama…no quedó muy bonita, pero desde ese día, ya nunca más tuvo patas (se las quitaron)
No me acuerdo de donde saqué los fósforos, si me pegaron o me castigaron…no recuerdo mucho, pero esa noche, no podía dormir tranquilo del olor a humo que rondaba aún en mi cuarto, y lo que quedaba de cama.

Al tiempo, los castigos se olvidaban, y de nuevo estábamos juntos, lanzando a algún amigo, cuesta abajo, metido dentro de una llanta vieja de un camión.
O metidos en los túneles del alcantarillado de un nuevo residencial que estaban haciendo donde estaban los cafetales.

Como pueden leer, es una salvación para los niños y padres de hoy en día, el que se hayan inventado los juegos como los Nintendo, Play Station, y juegos de PC… hay cosas peores.
Sacando la escuela en 1979

5. Año 1974


Para ese año, ya tenía 6 años, y fue un año de muchos recuerdos…

Creo que ese año ingresé a la escuela.
Año 1974

Mi primer año de elecciones, la calle llena de fiesta y banderas, lo recuerdo muy bien, los candidatos fuertes: Trejos Escalante y Oduber Quiros….nosotros íbamos con Trejos, al final perdimos, pero había mucha algarabía en las calles, para el día luego de la elección, las calles estaban llenas de basura de propaganda y confeti, los techos de las casas llenos aún de banderas, los resultados duraban días para saber quien quedaba, recuerdo haber visto tirados en la calle, las tarjetas amarillas y perforadas que se usaban antes en las computadoras, con las que realizaban los cálculos de todo. Era muy bonito andar esos días en la calle, casi como navidad por su colorido despliegue de felicidad.
Yo soy el que era patrullero...el chiquitillo


También fué mi primer mundial de fútbol… (Alemania 74), no recuerdo mucho los partidos, pero si de la gran final, Holanda (debutante en los mundiales) vs. Alemania.
Iba a iniciar la gran final, transmitida en vivo, en los canales nacionales, yo iba con Holanda, y toda mi familia y creo que casi todo el país también, para cuando empezó el partido, me fuí al baño a orinar…(para verlo con toda tranquilidad), cuando regresé, ya Holanda iba ganando 1 a 0, desde el primer minuto, gol de Johann Cruyff de penal, en esa época, como que no existían mucho las repeticiones, y menos la cámara lenta, y por eso no lo pude ver.
Luego vi los goles de Alemania, y perdimos 2 a 1.

En ese año, se decía que en 1975, iba a llover fuego…no se la razón, pero como que se iba a acabar el mundo.
Desde ese año, me entró la afición de la música rock, gracias a Radio 1, y la canción de Queen llamada Rapsodia Bohemia, ahora hecha un clásico.
Mi padre llegaba tanto a la casa, que al poco tiempo mi mamá quedó embarazada de nuevo…parecía que iba a tener un hermanito.
Lo malo, es que ella padece de presión alta, y tenían que hacerle una cesárea, cosa que la obligaron a internarse por varios meses en el hospital…y a mi me mandaron con unos primos y tías.

Pasaba el tiempo, y yo solamente esperaba al hermanito, cada vez que iba a ver a mi mamá, ella se atacaba a llorar, entonces mejor no me llevaban mucho, pero lo que si hacían, era enviarle cartas que yo en una máquina de escribir, le hacía.
A esa edad, yo ya sabía leer y escribir, y estaba usando una máquina de escribir, gracias a una prima mía, que me enseñaba.
Siempre saludaba a mi mamá, y a mi hermanito en las cartas…
Muy alegre estudiando


Mi prima siempre me sacaba a pasear, íbamos al Simón Bolívar, al Museo Nacional, inclusive me llevaba al cine aunque era muy pequeño, pero me dejaban entrar, y pude ver El Poseidón, e Infierno en la Torre (otros clásicos) en el Gran cine Rex.
Pero solo quería ver a mi mamá, y al hermanito

En esos días de internamiento, la casa de Desamparados quedó totalmente sola, llegaban a darle vueltas de vez en cuando, pero un día se dieron cuenta que se habían metido a robar….se llevaron todo, hasta la ropa, y la que iba a tener mi hermanito…solo dejaron las paredes, y dos patas de chancho tiradas.
Lo más lamentable, es que mi mamá supo de esa situación, estando en el hospital aún, y esto la afectó muchísimo…se le subió la presión tanto, que estuvo en peligro de un derrame…y mi hermano murió carbonizado en el vientre de ella unos días antes de nacer.

Los días pasaron, hasta que volvió mi mamá con nosotros, fuimos a la casa, y estaba toda desolada, ningún vecino supo nada, no tenía verjas, ni portones, ni muros, solo una tapia de madera que hasta yo me podía saltar, y daba a la plaza del barrio.
Ya estando juntos, y con ayuda de la familia, lo de mi hermano, se nos fue pasando, al igual que lo del robo.
No había plata para poner algo de seguridad a la casa, se empezaba todo de cero, de nuevo…

La solución de todo…por más simple que suene, y la verdad es que si arregló esas situaciones tan lamentables en ese momento…fue cuando nos regalaron una perra.
“Monina” era su nombre, no era de raza, era blanca con manchas café, de tamaño mediano, y fue creciendo con nosotros… tomando el lugar de mi hermanito.
Al tiempo quedó embarazada y tuvo como 9 perritos, nos dejamos 2, “Percy”, y “Periquita”, y hubo un momento en que las dos perras quedaron embarazadas, y tuvieron como 10 cachorros cada una, nos dejamos otro “El Negro”, pero hubo un momento en que tuvimos como 20 perros, la mayoría ya grandes, y se hicieron bravos e inteligentes.

Muchos dormían en el patio, y otros en el frente, y nadie se acercaba a la casa sin nuestro consentimiento.
Algunos de mis perros

Ya tenía hermanitos, el sistema de seguridad estaba funcionando, y nos volvimos “la casa de los perros” en el barrio.

4. Hacia Desamparados


Ya tenía la edad de 4 años, y mi madre un nuevo y mejor empleo, situación que nos hizo abandonar Calle Blancos y todas mis amistades de tan corta vida, y dejarlos abandonados para siempre, para irnos a vivir a Desamparados, lugar del que no saldría hasta tener 22 años.

Nuevamente otra mudanza hacia una casa mejor y más grande.
Vivíamos en una alameda cercana a una plaza de fútbol, y a una escuela.
Nuevas amistades que aún perduran, nacieron en esa calle.

Recuerdo cuando jugábamos escondido, y casi nunca me encontraban porque me iba a esconder a mi casa, me metía por el patio, comía o veía tele, y luego salía de nuevo por atrás. Jugábamos bolinchas, quedó, trompo, faja caliente, con carritos de metal, etc., los juegos eran por temporadas, hasta el juego tonto de ir tocando timbres en las casas, o colarnos en los buses.

Cerca de la plaza existía un cafetal, y al puro fondo de éste, había un árbol tirado, estaba quemado, era hueco por dentro, e inmenso… le llamábamos el tronco hippie, porque era el lugar nocturno que escogían los mariguanos y parejillas para ir a hacer de las suyas.

Y más al fondo de este tronco existía un cementerio de carros, el cual en el día, era nuestro territorio.
Una vez llegamos mis amigos y yo, y una pandilla de chiquillos habían tomado nuestros trofeos de autos destartalados, y estaban encima de ellos jugando…eso nos molestó de sobremanera, ya que eran nuestras pertenencias.

En segundos, se inició una batalla a pedradas y palos, ellos defendiendo su lugar, y nosotros queriéndolos echar, no recuerdo cuantos éramos, tal vez 10, contra casi la misma cantidad…teníamos nuestras flechas, hechas con un tronco y una liga con un pedazo de cuero, o a mano limpia tirábamos las piedras o palos.
Logramos hacer que se retiraran, y subimos felices de nuevo a nuestros autos viejos a jugar…pero al momento, ellos volvieron con refuerzos.

Nos tomaron por sorpresa, sentíamos que eran miles, y más grandes, nos defendíamos, pero las piedras nos llovían por montones, hasta que sentí un golpe… y creí que sudaba profusamente por mi frente, pero me invadió un olor a sangre por toda mi nariz, eso hizo que me llevara la mano a mi frente, y sintiera un enorme hueco en ella, en el cual, la piel se hundía cada vez más y mi cara se llenaba de un líquido espeso y caliente…al verme mi mano llena de sangre, empecé a llorar y madrear a todo el mundo…en esos instantes mis amigos me agarraron de los pies y los brazos, y fui arrastrado por todos ellos, hasta nuestro barrio.

Fui el único herido de esa batalla, la cual me hizo conocer de nuevo la Cruz Roja del nuevo lugar.

No volvimos al cementerio de autos, en mucho tiempo, y preferimos jugar mejor en el tronco hippie. El recuerdo de ello, aún lo ando pegado en mi frente.

Fui la burla por varios días, y más porque me dijeron que la persona que me derribó ese día, había sido una mujer…ya estaba aprendiendo lo peligrosas que son, desde temprana edad.
En El Porvenir de Desamparados, con mi camisa del hombre nuclear

3. Un nuevo rumbo


Soltera y con un hijo, mi madre y yo empezamos a rodar por varias casas, primero con varios familiares, entre tías y primos.

Recuerdo que dormíamos en un camarote, y yo siempre estaba solo, ya que mi mamá trabajaba de día, y estudiaba de noche, situación que me hacía a veces un poco conflictivo con las demás personas… yo era la razón por la cuál andábamos rodando de lado en lado, y siempre arrimados.

Hasta que mi mamá se dio cuenta que a mi y a mi primo, de la misma edad (3 años), nos subían encima de la refrigeradora para que no molestáramos.
Esta situación, hizo a mi madre sacrificar un poco de estudio y dinero, e ir a alquilar una casa en Calle Blancos, y pagar a una chiquilla para que me cuidara.

Pero al final yo terminé cuidando a la que me cuidaba, ya que un día llegó un tío mío, y le gustó la chiquilla, claro ella era bonita y tenía 15 años, y el trató de besarla…eso no me gustó para nada, y sin pensarlo 2 veces le dí un patadón a mi tío, por donde no debía…ella se encerró en un cuarto, y cuando llegó mi mamá, me lo canté al hombre….le pegaron una regañada y lo echaron de la casa, lo extraño del caso es que era el tío con el que mejor me llevaba, y el nunca se enojó por eso, y aún me lo recuerda con mucha gracia.

No era una gran casa, no teníamos muchas cosas, pero nadie nos iba a sacar de ahí, recuerdo que lo que más teníamos eran palanganas….si palanganas, tinas de plástico y ollas, porque la bendita casa tenía más goteras que techo, y para peores, en este país, toda la vida pasa lloviendo.
Así que caminar de la cocina a la sala en época de lluvia, era toda una experiencia llena de malabares y acrobacias, entre saltar las palanganas, y capearse las gotas en la cabeza.

En esa casa me sucedieron dos cosas que no se me olvidan…la primera era cuando yo entraba a la casa… lo hacía por patio y hacía la cocina, por un hueco que había interconectado por la pila donde se lavaba ropa y el fregadero (no existían las lavadoras en nuestra economía), no se porqué no entraba por la puerta de enfrente, pero en ese entonces ya estaba creciendo, no mucho, pero algo…lo cual hizo que un día me atorara, y gracias a un amigo que andaba conmigo que pidió ayuda a la gente del barrio, me pudieron sacar…toda la cuadra vino a ayudarme, salí todo raspado y lleno de unas babas verdes que a veces se hacen en los caños, pero salí vivo.

La otra cosa que recuerdo, fue cuando mi mamá me echó de la casa por malcriado…no lo hizo en serio, pero me dejó puertas afuera y no me abría.
Yo gritaba y zapateaba la puerta y nada…hasta que se me ocurrió romper el vidrio de enfrente de la casa…lo malo es que se me ocurrió hacerlo con mi propio puño.
Solo recuerdo que cuando lo quebré, le dije: ─ “¿ahora si me va a dejar entrar?”…y se me ocurrió verme la mano derecha…

Tenía un hueco tan profundo, del cual salían borbotones de sangre, y no paraban de salir, que me ataqué a llorar y gritar, y para peores, me puse la mano en la cabeza, lo cual hizo que me cayera sangre hasta en la cara.
De nuevo salieron todos los vecinos de la cuadra a decirle a mi mamá lo que me estaba pasando.
Ella no creía lo que yo había hecho, hasta que me vió todo lleno de sangre por todo lado.

Casi se desmaya, pero en su afán de curarme, no lo hizo nunca.
Al rato llegó la Cruz Roja, y me llevaron a un hospital, me hicieron decir que fue lo que pasó, y mi madre estaba toda acongojada, mientras yo seguía llorando y nervioso.
Me inyectaron por todo lado, me cosieron la herida, me pusieron la inyección contra el tétano, y en todas esas maniobras que hacían las enfermeras conmigo, yo me acuerdo de estar mentándoles la madre a todas, porque todo lo que me hacían, me dolía bastante, y mi madre volvía la cara para el otro lado… todas las malas palabras que estaba aprendiendo, ya las estaba enseñando. (la verdad, no recuerdo de donde las estaba aprendiendo)

Solo recuerdo que la última enfermera le dijo a mi mamá:
─ “Muy lindo su chiquito, pero muy malcriado, ¿donde aprendió a decir todo eso?”
Mi madre no sabía que decir, solo me volvía a ver, y yo agachando la cabeza esperando un regaño…o un fajazo…que nunca se dio…y le contesta:
─“Del papá….del papá que no tiene…”

Nadie más dijo una palabra, solamente nos vinimos para la casa, y no me castigó, ni me regañó, creo que tampoco me volví a portar mal por mucho tiempo, ya que siempre me recordaba lo que me pasó al ver el vidrio quebrado, solamente que ahora en vez de vidrio, lo que había era un pedazo de cartón, el cuál duró así por muchos meses. 
Aquí con mi mamá, tenía como 8 años

2. La separación

La separación de mis padres fue lo más extraño que he escuchado en mi vida, todo inicia cuando apenas yo caminaba, y estaba usando mi andadera…ese lamentable día, mi madre había fumigado, y muchas cucarachas estaban muriendo, a lo que yo me sentí atraído por una de ellas que estaba en sus últimos pataleos…ella corrió todo lo que pudo, pero yo le gané con mi andadera, y para cuando ella llegó, solo logró sacarme una pata de la envenenada cucaracha de la boca, por cierto las cucarachas de Limón, no son nada pequeñitas.

Me internaron en San José, ya que estaba totalmente intoxicado, con fiebre muy alta y vómitos, casi muriendo.

No se cuanto tiempo estuve ahí, pero mi mamá, siempre estuvo conmigo, y mi tata en Limón. Al recuperarme y regresar, vivimos un tiempo más en Limón, pero cierto día, mi madre se dió cuenta que mi tata se había casado en ese tiempo con otra mujer del lugar. Lo misterioso del asunto, es que se casó en una borrachera, pero en su luna de miel, el fue a dormir con nosotros al Hospital en San José, y al volver nosotros, todo parecía normal, y pasaron días, hasta que mi mamá se dió cuenta, y se acabó esa unión libre de varios años.

Aquí inicia otra etapa de mi vida, en la que nos dedicamos a rodar y rodar por distintos lugares.
Un buen tiempo siguieron viéndose, pero nunca más vivieron juntos…

Supuestamente una vez en San José, mi papá le dijo a mi mamá, que me iba a sacar a pasear, esto cuando el llegó a visitarnos.

Pasaba y pasaba el tiempo, y no regresábamos ninguno de los dos…
Esa vez fui secuestrado varios días por mi padre, y fui a dar a Limón con el…
Lo recuerdo bien, porque el me dejó en la casa con la nueva mujer, y se fue a trabajar, y en lo que ella me estaba sirviendo el desayuno, accidentalmente tiré un vaso de leche al piso y se quebró, haciéndose un reguero en el piso, esto no le causó mucha gracia a la susodicha nueva esposa, y empezó a perseguirme para pegarme, mientras me insultaba abiertamente.

Lo que no contó esa vieja, era que yo era más rápido y listo que ella, así que me encerré en el baño de la casa, y empecé a gritarle improperios, cabe destacar que ya como a esa edad, ya me sabía más malas palabras, que buenas.
Esa vieja fea, no pudo ir al baño en todo el día, yo abrí la puerta hasta que mi tata llegó en la noche, luego del trabajo…simplemente conté mi historia, y se armó otro alboroto en la casa con esa vieja, no recuerdo más, pero no me pasó nada malo, dormí con mi padre, y esa vieja no se que se hizo ese día.

Al otro día llegó mi mamá a Limón…se armó otro alboroto, y al final ya estaba yo montado en el tren hacia San José con mi mamá.
La última vez que lo vi, fue antes de casarme, fui a visitarlo, y la vieja aún me hacía caras. Cuando el murió en el 2007, mi madre aún lo quería…aunque tenía años de no verlo.
Mi papá, joven

1. Mis más vagos recuerdos

A decir verdad, no se como empezó todo…no se como mis padres se conocieron… solamente se que ya estaban ahí cuando llegué, casi finalizando la década de los 60´s.

Vivíamos en Limón, y dentro de mis vagos recuerdos tengo, el de estar diciéndole a mi padre que quería tomar chupón, en una noche en que estábamos viendo en el televisor una serie de miedo llamada “sombras tenebrosas”, a lo que el me indica que fuera a la cocina y lo sacara del refrigerador.

Muy buen padre tenía…estaba oscuro, y aún en mi mente algunas escenas de la serie de terror, que para mi primer año, ya me tenía algo trastornado.
Al llegar a la cocina, una sombra grande, y algo peludo salió a mi encuentro…a lo cual algo frío y baboso rozó mi cara…

No pude más y eché a correr mientras gritaba desaforado en dirección hacia mi padre…y exacto, era nuestro perro “El Oso”, un pastor Alemán, el cual luego los vecinos mataron por ser bravo, pero esa noche el fué el único que me protegió en mi búsqueda del ansiado chupón.
Año 1969, en Limón

De mi primer fiesta de cumpleaños que recuerdo, mis tíos elaboraron una piñata algo rústica, (ya que no había plata para comprar una), estaba hecha de puro papel de regalo azul y cinta adhesiva, no tenía forma de nada…ni de piñata… llamaron a los chiquillos del barrio, y me vendaron los ojos, y al no poder romperla con el palo, de ninguna forma que trataba, y escuchar las risas burlonas de la multitud, opté por quitarme las vendas y abalanzarme encima de la piñata y destrozarla a puñetazo limpio…luego de esa actitud, fui castigado y se acabó la fiesta.

Pero no todo terminó ahí, aún con sangre en el ojo, me fui al carro de mi papá, solo, y a escondidas de todos…iba en busca del revolver que el guardaba debajo del asiento, y no con muy buenas intenciones.

Lo saqué, y si acaso me lo aguantaba, no podía levantarlo con una mano, así que usé ambas…no sabía muy bien que pretendía hacer, pero juro que traté de jalar el gatillo con todas mis fuerzas, no se en que dirección, pero gracias a Dios, no lo pude hacer, estaba muy duro para mi, y para mis 2 años de vida. Algo digno de contar de cualquier psicópata actual, pero fue la última vez que toqué un arma de fuego, la cual dejé en su lugar, luego de ese milagroso fracaso.

Y se que eran mis 2 años, porque a esa edad, no vivíamos más en Limón, y tampoco con mi padre…ellos se habían separado hacía algún tiempo, y estábamos ese día de visita, en la casa de él.
Año 1969, Parque Morazán