Blog personal, Acerca de las vivencias ocurridas en mi vida, o de otras personas, y cosas que me interesan o me gustaría comentar.

Traducir el Blog a varios idiomas

lunes, 5 de abril de 2010

15. La vida de un repartidor de leche (tercera parte)

Fue un día de trabajo en la Dos Pinos bastante normal, ya era el 15 de Marzo de 1989.

Toda la ruta transcurrió bastante normal, no hubieron atrasos ni nada extraño, y la ruta era la de Desamparados centro.


Llegamos a la planta a descargar canastas, y luego cargar el producto y la leche para el siguiente día.

Ese día era una ruta corta, por lo que ya era como la una de la tarde, y estábamos terminando de cargar la última canasta para poder irnos para la casa.

Se cargó lo último, agarré mis cosas y me despedí de mis compañeros.


Cuando ya iba pasando el portón de salida de la planta, recordé que algo se me olvidó en el camión, la verdad es que hoy, no recuerdo que fue, pero me devolví hacia donde habíamos terminado de cargar.

Para suerte no se había ido el camión aún, así que pude sacar lo que había dejado olvidado.

Cuando ya me disponía a irme de nuevo, el chofer me indica que nadie cerró la puerta del cajón, que lo fuera a cerrar.


La puerta se amarraba a una cadena, para que esta no se cerrara cuando íbamos viajando de negocio en negocio.

Me subí a la grada del camión a quitar la cadena y cerrar la puerta, cuando de repente el camión empieza a echarse para atrás, y en dirección a otro camión.

Todo pasaba al mismo tiempo y muy rápido…yo trataba de quitar la cadena y cerrar la puerta, mientras que el camión iba hacia atrás en dirección a otro, y parecía que iban a chocar…y yo estaba en medio de los dos.


La puerta que estaba intentando cerrar golpeó la parte del otro camión, yo me hice tirado, pero no lo suficientemente rápido…la puerta y el costado del otro camión, me prensaron la mano.

Al menos eso sentí yo, ya que fue como un majonazo algo desagradable.

Al momento no dolió mucho…solamente dije:

-Puta….que majonazo más feo…


Seguí viendo la situación que acababa de ocurrir, la puerta golpeada, el otro camión también… y luego me voy viendo mi mano izquierda…

Empecé a ver un reguero de sangre por toda la mano, que me recorría por toda la camisa, el pantalón y los zapatos, y comencé a comprender que me había cortado un dedo, ya que solamente distinguía un pedazo de hueso saliendo de entre la carne ensangrentada, y el otro dedo de a la par, estaba totalmente guindando, como haciendo la forma de una letra T, con otro pedazo de hueso salido.

Otros dos dedos, estaban completamente aplastados y reventados, con la uña desencajada.


El único dedo que se salvó fue el dedo pulgar, a ese no le pasó nada.

En cuestión de segundos, me di cuenta que me había despedazado los dedos de la mano izquierda, y que me había amputado uno, y otro estaba guindando…pero también que no fue mucho lo que me arranqué…eso me mantuvo tranquilo y sereno ante tal desgracia, lo que si me hizo sentir mal, fue recordar el ¿como diablos iba a tocar la guitarra?...ya que esos eran los dedos que hacen las notas.

Toda la gente que estaba cerca del lugar se puso a mí alrededor, y me llevaron a las oficinas de la planta, en busca de alguien con un vehículo, para que me llevara al hospital.


La verdad, es que no me sentía como que me iba a morir, me ardía toda la mano, y salía borbotones de sangre por todo lado, pero me sentía bien, solamente algo triste, así que me llevaron caminando, solamente con la mano hacia arriba para no desangrarme más.

Al llegar arriba, en las oficinas, todas las mujeres al verme entrar, se pusieron muy asustadas, no hubo que decir mucho para que llegara un muchacho que se ofreció llevarme al Hospital Calderón Guardia.


Ya en el carro, el hombre iba todo asustado, corría como loco, y me preguntaba a cada rato por mi salud, yo le respondía que estaba bien, que si me dolía un poco, pero que le estaba llenando todo el carro de sangre, eso a el no le importó, estaba como atacado porque había una presa de carros, y no lo dejaban pasar, entonces me decía….saque la mano por la ventana, para que vean que la vara es en serio….la saqué, y empezó a gritar y pitarle a todo el mundo que se quitaran y lo dejaran pasar, que era una emergencia, mientras yo les enseñaba la mano hecha una desgracia.

Al final parece que si funcionó la cosa, porque varios se hicieron a un lado.


Cuando llegamos a emergencias, vi que había una larga fila de gente esperando entrar, pero el me llevó, y decía: “usted va de primero”, e iba abriendo campo, y los que hacían fila me veían asombrados con mi mano, mientras me les colaba a todos y nadie me decía nada.

Al llegar a una sala, como de curaciones, o algo así, llegó un doctor, me ve la mano, y empieza a preguntarme cosas, y luego se decide tomarme la presión.

Una vez que la tomó, la ve y me dice: Ah no, si usted está muy pura vida…espérese aquí mientras atendemos a una muchacha de primero.

Así que me senté, y esperé…y esperé, y esperé…


La mano me seguía doliendo, pero ya había dejado de sangrar, ya hasta se estaba secando la sangre había pasado como una hora y solamente mantenía mi mano en posición hacia arriba…y la muchacha que estaban atendiendo de primero, desde donde yo estaba se oían sus gritos y lamentos a más no poder.

Gritaba y gritaba, y a ratos lloraba…no se ni quién era, al rato sale un enfermero o Doctor, y vuelve a preguntar por mi estado…


Yo solamente le dije que estaba bien, solo que ya empezaban a rondarme las moscas encima de los dedos, que seguro ya se estaban pudriendo o algo así, luego le pregunté por la muchacha, y me dice que estaba trepada sobre un árbol, y se cayó, pero cayó sentada encima de un alambre de púas, y que la estaban cosiendo en ese lugar…


Al poco tiempo, llegó un compañero mío de la Dos Pinos a entregar algo en una bolsa de papel…era mi pedazo de dedo que se habían encontrado en la empresa.

Luego que se fue, lo sacaron y dijeron….Ah no, si esto ya no sirve para nada, está todo majado y despedazado, y ni en hielo lo trajeron….no, esto ni para las bocas sirve ya…

Y luego lo botaron con todo y bolsa en un basurero normal de ese lugar…ahí terminó su existencia mi dedo anular izquierdo.

Yo les dije que seguro eso mismo le iba a pasar a mi dedo medio, ya que se veía igual, solo que guindando.


En eso sale la muchacha que estaban cosiendo, estaba llorando… se me queda viendo…abre los ojos y la boca, y continúa caminando…pero al menos ya iba completamente muda.


Ya era mi turno…me acostaron en una camilla, y me dijeron que me iban a anestesiar los dedos.

Todos los que trabajábamos en la Dos Pinos, teníamos unos cayos en las manos, muy gruesos y duros, de tanto estar jalando las canastas plásticas, así que yo no era la excepción.


Les costó un mundo meter la aguja, en los lados de cada dedo, y cuando la lograban meter, empujaban tan duro, que me atravesaba por completo el dedo, y tenían que volver a sacar la aguja y empezar de nuevo.

Un poco de anestesia en cada lado, de cada dedo, o sea, que era en 8 partes, ya que el dedo pulgar no lo iban a tocar.

Al momento empezó a hacer efecto la anestesia, me acuesto, y estiro la mano, y pusieron un biombo para no poder verla yo.

Empezaron con el dedo que estaba totalmente amputado, y que ya habían tirado a la basura.


Sabía y sentía que estaban cortando el pedazo de hueso salido, ya que sentía donde lo jalaban, y escuchaba donde lo cortaban, como si alguien se estuviera cortando las uñas de los pies.

Creo que también como que lo pulieron o algo así, luego empezaron a coser el dedo…y empecé a sentir algo caliente que me bajaba por la mano, seguro sangre.

Cuando terminaron con ese, siguieron con el dedo que estaba guindando…lo malo es que empecé a sentir todo lo que me hacían.

Yo les dije que creía que ya estaba pasando el efecto de la anestesia, porque estaba sintiendo todo, que le pusieran más.


Pero me dijeron que esa anestesia solo duraba 20 minutos, y que si me ponían más era muy peligroso.

Veinte minutos habían durado solo con un dedo, y faltaban 3 más….

Nunca les dio la gana de anestesiarme más, así que los otros dedos, sentí todo el dolor de cómo cortaban y pulían un hueso, y como cosían los otros en carne y sangre viva.

Recuerdo sentir como si una sierra caliente estuviera cortando mi dedo lentamente, mientras un líquido caliente y espeso me bajaba por toda la mano.


El dolor y ardor era espantoso, yo solo les gritaba que no cosieran tanto esos dedos, que los dejaran así, que se iban a curar solos, pero ellos me decían que tenían que quedar bien cerradas las heridas, que no eran solo unas cuantas puntadas, así que ni se detenían, ni me daban más anestesia…solo me quedaba morderme el cuello de la camisa, que era lo que tenía más cercano, eso me ayudó mucho a aguantar y a no mentarles la madre.


No recuerdo el tiempo total que estuve ahí, pero cuando me dijeron que ya habían terminado, y me levanté de esa camilla, me sentía todo débil, mareado, adolorido, sudado, y me zumbaban los oídos.

Me vi la mano vendada, y me dijeron que el otro dedo lo habían terminado de cortar, que me fuera a la farmacia por unas pastillas para el dolor, y luego vino una enfermera a ponerme la vacuna contra el tétano, esa ni la sentí, luego de tanto dolor, que hasta de pie me la puso en un santiamén.


Las pastillas me dijeron que en una hora me las daban, pero no me esperé, y me vine para la casa en un taxi.

Le conté la historia a mi mamá, se puso a llorar, pero le dije que no había sido mucho, que eso era normal.

En la noche, me dio calentura, la mano se me hinchó como un sapo, y no podía ni moverla.


Me acosté temprano, y esa fue la primera noche de un montón que se iniciaban, que no podía dormir feliz, ya que mientras dormía, la mano se me cerraba sola, y era tanto el dolor, que a cada rato me despertaba.

Al otro día, me dolía todo, estaba más débil y cansado, si me tocaban el hombro, me dolía la mano, si me pegaba en la cabeza, me dolía la mano, si me tropezaba, me dolía la mano….era una desgracia que me iba a seguir por varios meses.

Me soñaba con mis dedos, que estaba todo normal, y que habían crecido, pero al rato me despertaba cuando la mano se cerraba sola.



La tarjeta de citas

Cuando me quitaron las vendas, el viento hacía que me ardiera la mano, y siempre con la mano hacia arriba, como enseñándola al mundo.

A veces no me importaba mucho, en otras ocasiones me daba rabia, pero tenía que seguir.

Al mes me quitaron los hilos, y sentí como si hubiera andado un alicate de perro aprisionando mis dedos por varios días, y que luego me lo quitaron…sentí un gran alivio.


Pero al cabo de unos días, siempre me seguía doliendo el dedo medio, y se me estaba hinchando, y lo veía como podrido y con pus.

En una cita a curaciones que tenía que ir, les conté, y vieron que todavía quedaba un hilo en el dedo, solamente que le había crecido piel encima.

Tuvieron que romperme otra vez el dedo, hacer un hueco y sacar ese hilo a como diera lugar, ya que me estaba matando lo que quedaba de dedo.

Me costó volver a agarrar las cosas, la mano estaba toda pendeja, no me aguantaba ni un vaso de agua…el día que pude alzar un litro de leche, estaba feliz, ya que pesa un kilo.

Las citas y curaciones



Dos meses estuve incapacitado, y luego volví al trabajo….

El frío de los camiones, las canastas duras y frías, aprender a trabajar de nuevo en ese ambiente, me fue muy difícil por los dolores constantes.

A cada rato pegaba los dedos en todo lado, y era un dolor insoportable, que hoy en día, aún sigue doliendo si los pego, solo que con menos frecuencia.

Pude volver a tocar la guitarra, pero podía hacer menos notas, ya que no me alcanzaban los dedos, pero me divertía siempre con el grupo que teníamos.

Foto cuando tenía los dedos de la mano izquierda


Los demás dedos estripados, los cosieron y quedaron bien, solo al tiempo se les cayó la uña, que anduvo por varios meses toda morada y llena de coágulos de sangre, pero luego les volvió a crecer.


En esta foto aún andaba con las uñas moradas

Como consejo…pelar bien el ojo en lo que estén haciendo siempre, ya que un abrir y cerrar de ojos, la vida de uno puede cambiar o dejar de existir.





jueves, 1 de abril de 2010

Me estoy mudando

Me estoy cambiando de casa, voy para esta:


La siguiente secuencia del repartidor de leche (tercera parte), creo que va a estar en ambas direcciones.
Cualquier cosa me avisan....
Luego le pongo fotos a los antiguos Post, de ambos lados.
Un saludo a todos...siempre estaremos en contacto.
Atte:
Carlos Cascante

martes, 9 de marzo de 2010

14. La vida de un repartidor de leche (segunda parte)


Cuando me di cuenta, el tiempo seguía pasando, y yo aún seguía de repartidor en la Dos Pinos,
Gracias a las metas que uno quería alcanzar, las madrugadas, los cansancios y las salidas tarde, se iban haciendo cada vez más normal para el cuerpo.

Esa ambición por las cosas, lo llevaba a uno anhelar a estar en las mejores rutas, costaba mucho que alguien dejara las rutas de San Ramón y Palmares, que vendía como ninguna otra, más de 300 cajas de leche diarias, hasta el camión más grande tenía.

Muchos la querían, pero otros no les gustaba por ser muy dura para trabajar.
Una vez, a esa ruta, les faltó un ayudante, y era un día demasiado pesado para ir con uno menos, y era el día más tranquilo en la ruta de nosotros, así que el jefe de patio, me mandó para Palmares, y dejaron solos a mis compañeros, pero solo por ese día.
Fue una exageración lo que cargamos ese día, y otra igual, trabajando en los mercados de Palmares.

A pesar de salir tarde a trabajar, no salimos tan de noche, y no salí tan cansado, ese día sentí lo que era trabajar en la mejor ruta de Brik de la Dos Pinos.
Lo sentí muy parecido a la nuestra, y ganaba casi el doble de comisión.
Y la ambición por el dinero, me hizo pensar en buscar ese tipo de rutas.
Pero se me metió en la cabeza, querer trabajar en los camiones de leche y no de Tetra Brik.

La gente que trabajaba en leche, eran los “locos” para la gente de Brik y de helados, ganaban mejor que cualquier ruta de Brik, eran la mejor gente, no salían tarde, porque madrugaban exageradamente, a las 3am los primeros, y otros a las 4am o 5am.


Si no aflojaban el ritmo del trabajo, a la 1pm ya iban saliendo los días normales, con un buen sueldo, pero otros como los Viernes, siempre se salía tarde.
Lo diferente, era la manera de trabajar, no pegaba cualquier persona en esas rutas, los quitaban por lerdos o malos.

No solo la madrugada era más cansada, era la cámara fría a esas horas, eran las canastas de leche, pesando 25 Kilos cada una. Y todavía el trabajo era más rápido y alocado.

Para cargar esas canastas, un carajo las tiraba por el piso del camión, y que se fueran arrastradas, al fondo la otra persona las subía en grupos de 6 canastas, remontándolas de una en una.
Y muchas veces hasta más de 200 canastas.



Si la ruta era muy pesada, por decir… casi unas 300 canastas diarias, las cargaban por medio de un convoy con una cadena, y ya las canastas venían de 6 en 6 remontadas, era de solo jalarlas con un gancho, y acomodarlas en el cajón.
Si iban más de 300, había que subirle otra canasta, para hacer los grupos de 7.
Sucede que a los 6 meses de estar ahí, se me dio la oportunidad de pasarme al área de leche, y me fui…

Pronto estaba en la ruta de los alrededores de Cartago.
Era una ruta mala, pero buena para empezar, además tenía más comisión que donde estaba.
Madrugaba más, pero salíamos más temprano, y en esos camiones, se cargaba hasta el final del día.
La verdad, es que si era más cansado y pesado el trabajo, pero luego se fue acostumbrando el cuerpo de nuevo, y al salir a veces temprano, descansaba uno más tiempo.

Así quedaba de sediento uno todos los días, luego de la cargada

Los días duros eran los Lunes y Viernes, en todas las rutas de leche, y como se pasaba 3 veces por semana al mismo cliente, rápido se aprendía uno la ruta.
Se trabajaba tan rápido, que uno sin hacerle el pedido al cliente, ya se hacía tirado de la grada del camión con 1 o 2 canastas de leche, y mientras iba bajando otras, le iba preguntando que quería, esto porque uno ya conocía siempre la cantidad de leche que pedían los clientes, y tampoco se apuntaban los pedidos con lapicero, todo quedaba grabado en la cabeza, uno utilizaba métodos para recordar un pedido, de esa manera todo era más rápido.
El método era de agrupar las cosas con la misma cantidad, y de decir los tamaños del mayor al menor.
Y todo lo demás era igual… quédese aquí, cobre, saque las canastas vacías y llegue allá, o le hace el pedido a aquél otro negocio.

Habían días duros, donde a pesar de la lluvia, había que mandarse a la calle, ya que las cajas no se bajaban solas, las capas que le daban a uno, estorbaban bastante, y para mi eran peor, se enredaban en las cajas, y eran peligrosas por las caídas, así que de capa lo que utilizaba era un gorra…y nada más.
Había negocios super incómodos, lejos del camión, con gradas o cuestas, y otros que quedaban a muchas cuadras de distancia.

Recuerdo cuando tenía que llevar unas canastas de leche al hombro, como a 3 cuadras, pero desgraciadamente una bolsa se había roto, eso sucedía muy a menudo, y toda la leche me iba cayendo en la cara, y casi no podía ver.
Todo chorreado de leche de la cabeza a la espalda, y cuando eso se secó, era una pegazón y un olor de los diablos.
Otras veces me caí entrando al negocio con todo y cajas, haciendo un reguero por todos lados, pero era muy común.

Recuerdo que una vez el camión iba a gran velocidad por una carretera, y los ayudantes íbamos atrás acomodando canastas, y alistando producto para el siguiente cliente, en eso creo que se le atravesó un perro al chofer, y de repente se siente el frenazo…el compañero mío, no iba sujeto a nada, solamente lo vi volando hacia delante por todo el cajón del camión, para quedar incrustado de cabeza en la canasta de producto malo, donde echábamos toda la leche podrida y llena de gusanos que devolvían los clientes.

Al menos las bolsas infladas por la cantidad de microbios y cosas asquerosas que le salen a la leche cuando está mala, fue lo que le amortiguó el golpe en la cabeza, no así el sabor de todo eso…ya que toda la cabeza y cara, le quedó llena de una especie de nata o crema como con queso de toda la pudrición que llevábamos ese día, además de varios gusanos blancos por el pelo.
Solamente se pasaba las manos por la cara, y se lamía los labios con asco y decía…

”Que hijueputa vida la del pobre, tras de pobre oliendo feo ahora todo el día”

Tuvo que meter toda la cabeza en un balde de agua fría que llevábamos siempre, para lavar el cajón del camión, cuando algo se regaba.
Aqui se puede ver el Balde, y como se acomodaban las canastas

Ya la vida de uno, no pasaba tan encerrada en el cajón, ahora uno iba guindado de la grada del camión, se trabajaba tan rápido, que le poníamos una cuerda amarrada a la manigueta de la puerta de atrás, el camión casi no paraba para nada, y siempre tenía uno que hacerse guindado con el camión en movimiento… en una mano las canastas vacías, y en la otra agarrado del mecate.

Aquí a la derecha, se puede ver el mecate que les cuento

Para no parar el camión y tratar así de atender lo más rápido posible un negocio, se inventaban muchos tipos de métodos, por ejemplo, uno calculaba cuando llegaba al negocio, y se hacía tirado con dos canastas, sin que el camión se detuviera.
Uno le hacía el pedido, y ellos se iban a atender otro negocio al fondo, luego cuando se devolvían por la misma calle, uno ya tenía el pedido hecho y dos canastas de leche vaciadas.

Pero a los años, dejé de tirarme así en movimiento con las dos canastas en los brazos, hasta que un día caí en el hueco de una calle y casi me mato, se me hizo un esguince en el tobillo muy feo, y terminé ese día hecho un completo inútil e incapacitado por varios días.

Gente más vieja que trabajaba ahí con nosotros, nos contaban las anécdotas de los días de ellos, donde esas canastas eran de metal, y en vez de bolsas, llevaban botellas.
Se tiraban del camión con dos canastas en cada mano, y siempre el que se caía, de fijo se rompía todo con los vidrios quebrados de las botellas.
Esas costumbres de trabajar, venían de muchos años atrás.

Al tiempo, esas bolsas, las pasaron a cajas de cartón, igual a las de Tetra Brik, pero con menos capas de aluminio por dentro.
Al principio eran rojas, de un color feo, y hoy en día ya son blancas.


Otro peligro que corríamos, era en las cuestas, sobretodo si el camión iba muy cargado.
Grupos de leche, vistos desde adentro

 Si la cuesta era muy empinada, y el chofer hacía un cambio de marcha o frenaba en medio de esta, al hacer el arranque, todos los grupos de leche se venían hacia abajo resbalados.
Para ayudarnos un poco, utilizábamos un Pin que se atravesaba de lado a lado del cajón…era una barra de hierro grande y gruesa, como ver el Pin de la faja de un reloj, solo que gigante.
Al fondo, y en medio se puede ver el Pin

Este Pin sostenía todo el peso de las cajas cuando se venían.
Cuando estuve en la ruta de Naranjo, Palmares y San Ramón, en Naranjo, existen unas cuestas horribles, y negocios en medio de estas.
Y para variar, era una de las mejores rutas, habían días que no cabían todas las canastas que teníamos que llevar, ni remontándolas de 7 en 7, así que teníamos que echar varias canastas sin canasta, o sea que tirábamos encima de todo, litro por litro, y para empezar a bajar algo en los primeros negocios, había que bajar canastas llenas, para poder meterse al cajón, ya que uno no cabía por ningún lado.

Eran como las 6 am, y ya llevábamos como 2 horas de ruta hecha, y el camión llevaba aún una gran cantidad de producto.
Cuando íbamos subiendo una cuesta bien horrible, sentimos que se le agotó la marcha al camión, para peores, el camión no andaba muy bien que digamos, el chofer hizo el cambio a otra más fuerte para poder subir, y se quisieron venir todos los grupos de leche donde nosotros estábamos adentro del cajón, y en esa ruta íbamos 3 ayudantes atrás.

El camión empezó a subir, pero muy lerdo y todo pendejo…y ya era con la marcha más fuerte…pero llegó el momento en que se detuvo, y empezó a venirse para atrás.
Y además, de venirse para atrás, lo hacía en dirección a un guindo… y a unas casas que habían abajo.

Un ayudante le avisó al chofer, que nos íbamos a caer a un guindo, y el hacía malabares con la dirección, pero el asunto se veía horrible.
En eso pegó un frenazo, que hizo que toda la leche se viniera hacia afuera de un solo golpe.

Yo era el que estaba más adentro del cajón, así que vi donde se vinieron todos los grupos de leche, pegaron contra el Pin, y queriendo hacer algo, me puse según yo a sostener todo con mis manos, pero la fuerza del golpe hizo que el Pin no aguantara más, y se zafó del todo, para golpearme en todo el pecho, de una manera horrible.
Ya el cajón sin el Pin, a la leche no había nada que la detuviera… 

Todos empezamos a saltar fuera del cajón a lo loco, pero a mi no me dio tiempo…
Quedé atrapado contra la puerta, un grupo de leche de 300 kilos, me había prensado el hombro izquierdo, y además me estrujaban los demás grupos que se querían salir detrás de este.

Yo trataba de escaparme, pero no podía, medio cuerpo afuera, y medio adentro, y cada vez dolía más.
Un compañero mío, se subió a la grada del camión, y empezó a jalarme del otro brazo, al rato llegó el otro, y entre ambos, me sacaron de esa situación.
Apenas me liberé, todas las canastas de leche empezaron a caer a la calle, en grupos de 6.

Se reventaron un montón de litros, se hizo un reguero de leche por todo el caño.
Me dolía el pecho horriblemente, tenía un morete gigante, atravesándome de lado a lado, y el hombro no estaba muy bien que digamos.

Al estar abajo del camión, y ver la escena de todo, vi como el camión quedó con una llanta en el aire, afuera de la calle, y encima del guindo, y más abajo, el techo de una casa.
Se tuvo que vaciar todo el cajón, y a puros huevos y coraje, el chofer pudo sacar el camión de la manera en que quedó.

Toda la calle del barrio salió a ver el asunto, y empezaron a ayudarnos a recoger las cajas rotas, y al final, pudimos acomodar todo de nuevo, y continuar la ruta normalmente, solo que un poco adoloridos por el percance.

Aquí lo que más nos ayudó a seguir como si nada, especialmente a mi, creo que fue la juventud…ya que los 3 ayudantes de ese día, teníamos si acaso como 22 años cada uno.


miércoles, 3 de marzo de 2010

13. La vida de un repartidor de leche (primera parte)


Era ya el año de 1987, otra vez me encontraba sin estudiar en el colegio, y ya tenía 19 años.
Me la pasaba igual que antes, en el taller de aire acondicionado.
Hasta que un día me avisaron que ocupaban gente en la Dos Pinos, para trabajar en los camiones, porque se iban a abrir unas nuevas líneas de producto, el cual era el famoso Tetra Brik.

Fui a Barrio Luján, y llené la solicitud de empleo, al poco tiempo estaba haciendo la entrevista, y para el 9 de Abril, de ese año, ya estaba entrando a las 6am., en unas bodegas que habían en Lourdes de San Pedro.
La verdad, es que no me imaginaba que diablos iba a hacer, solamente me dijeron:

-“Es sencillo, primero hay que cargar el camión, y luego descargarlo.”

Pan comido decía yo.
Al poco tiempo me dicen: -Vaya con aquella gente, y les ayuda

Al momento, nos presentaron, éramos dos compañeros más... y yo.

Solamente decían: -“Que dicha, ya era hora de que pusieran a alguien más”

Yo venía con todas las ganas del mundo, ya que sabía que la Dos Pinos pagaba demasiado bien en ese entonces, por decir, en el taller sacaba como 8000 colones al mes, y me decían que en la Dos pinos podía ganar de 12000 hasta 15000.
Así que me dijeron que seguía nuestro camión en la fila para ser cargado, y le entré duro a la cargada.

Al principio eran puros paquetes de jugo de naranja, néctar, frescoleches, rompopes...
Todo se cargaba manualmente, un montacargas los colocaba a la par del camión, y de 6 en 6, se iban subiendo hasta adentro.
Uno abajo pasándolos, y el otro arriba los acomodaba.
Me tocó abajo, porque no sabía como se acomodaban por dentro, y como se amarraba la mercadería para que no se cayera.

Por cierto, al cabo de un tiempo, me dí cuenta que esa carajada, no era muy liviana que digamos, y el camión no era muy bajo que digamos también.
El montacargas no dejaba de traernos mercadería, y la verdad ya estaba todo sudado y cansado, cuando yo creía que ya habíamos terminado, empezaron a traer las cajas de leche azul, cada caja pesaba 12 kilos, pero si se subían de una en una, le daba toda la vida, había que subirlas de 2 en 2.

Cuando se terminaba de vaciar un “Palet “de cajas (una armazón donde las traía el montacargas), volvían a traer otro lleno.
Ya estaba harto, no se acababan nunca, llevábamos más de 200 cajas de leche, y seguían trayendo, para cuando terminaron, seguían con las cajas grandes de Jugo de Naranja, y Rompope, y otro poco más de cosas.
Para cuando yo creía que ya se había terminado todo, empezaron a traer los bultos de leche en polvo Pinito, como 50 de esos con 24 bolsas en cada uno.
Para cuando se terminó de cargar el camión, yo quedé exhausto, sudado, adolorido, y hecho una desgracia.

Todavía me indican que era el día que se vendía menos, que otros días se vendía más, como los lunes o viernes, y que el camión no iba tan lleno.
Quedé con la lengua afuera, y solo me dijeron que ya nos íbamos.
No sabía para donde iba, a medio camino me dicen que éramos la ruta de Heredia centro.
Cuando llegamos al primer negocio, me dijeron que le fuera a tomar el pedido al cliente, se lo llevé al chofer, lo facturó, y luego nos dispusimos a bajarlo.
Una vez que lo bajamos, me dicen que cobre la factura, y que me fuera directo 3 calles y luego a la izquierda, y que ahí los iba a encontrar.
Hice eso, cobré, caminé, cuando llegué estaban atendiendo a otro cliente, bajamos otras cajas, y me dijeron exactamente lo mismo, cobre, y llegue allá a los 500 metros, y dobla.

Así me la tiré por horas, y tenía que casi correr a alcanzarlos, ya que si no llegaba donde decían, se iban a otro negocio y me perdía.
Había grandes negocios, que pedían cantidades exageradas, para peores, el camión no se podía parquear cerca, y cuando llegaba uno con 3 cajas de leche, decían que las subiera por una escalera a una bodega y eso mismo en varios viajes.
También había que pellizcarse con las platas, porque eran miles de colones los que nos pagaban, nunca había tenido tanta plata en mis manos, ya que hasta el rato, uno le entregaba al agente la plata de los negocios que atrás había cobrado, esto cuando teníamos tiempo para darle la plata, porque todo el día era en puras carreras.
Ellos solo me decían:

-“Aquí usted solo tiene hora de entrar, pero de salir depende solamente de uno, si es lerdo, le da la noche, y si le pone ve la luz.”

Ya desde el primer día aprendí a comer en un cajón de un camión en movimiento, ya que ni para eso se detenía uno.

Eran como la 1 de la tarde, y me dolía todo, mis brazos estaban cansados, olía feo, estaba todo sucio, la camisa, estaba totalmente con el azul de las cajas.
Como para las 3 de la tarde llegamos a Santa Bárbara de Heredia, y había un super que pidió una salvajada de mercadería.
Y había en sus alrededores otros negocios, todos se atendían desde donde quedaba el camión parqueado, a veces hasta 3 cuadras de distancia, y casi todos pedían a lo loco. Todo se jalaba a pura pata, había viajes que hacía, con todo lo que llevaba en mis brazos, que casi ni me dejaba ver hacia delante, me tapaba toda la cabeza, tenía que ver de medio lado.
 
Como se puede apreciar aquí, con mi ex-compañero Memo , y el finado Montoya atrás.

Cuando ya estaba totalmente rendido, me dicen que ese era el último negocio, se había terminado la ruta de ese día.
Casi todo lo del camión se había vendido, más de 200.000 en dinero teníamos.
Llegamos como a las 5:30pm al plantel de Barrio Luján, y me dicen que llegue al otro día a las 6am a Lourdes de San Pedro, para cargar el camión.
Para el otro día, amanecí arratonado, me dolía la cabeza, tenía sueño, el cuerpo entero me dolía.

Pero siempre fui…

Empezamos a cargar de nuevo…y otra vez fué otra salvajada de brete.
Ese día nos tocaba los mercados de Heredia.
Como pedían esos desgraciados…y quedaban largísimo del camión, ese calor insoportable, la gente atravesándose en medio camino, perdido uno con hasta 4 cajas de leche en ese mercado, y devolviéndose por esos pasillos…ya casi que lloraba.
Ese Viernes, recuerdo que era correr y correr, y no se acababa nunca la ruta, y nos dió la noche.

Cuando salí del trabajo como a las 9pm, todo hecho una desgracia, cansado, vi que en el mismo bus iban mis antiguos compañeros de colegio…y venían todos felices saliendo del cine…
Solamente iba pensando que al otro día, tenía que volver a madrugar a las 6am, y de nuevo a sufrir.

Para el otro día, mis compañeros me decían que trabajaba muy bien, que gracias a ello, no salíamos tan tarde, que si se salía tarde porque no me sabía la ruta, pero que uno aprendiendo ¿que hay que hacer?, ¿donde?, ¿y como?, se empieza a salir temprano.
Y que además no se perdía plata, ya que eso era lo más importante, ya que cada faltante de plata, lo pagaba el agente, pero todo dependía de cómo trabajaban los ayudantes y que tan honrados eran.

También me decían que generalmente entraban 20 empleados a rutas todos los días, y que la mayoría duraban si acaso 2 o 3 días.
Que de esos 20, a los 15 días quedaban como 2.
Que habían durado muchos días trabajando solo ellos 2, y salían siempre a las 9pm, y dejando ruta botada, para el otro día reponerla, y volver a dejar botado otro poco, pero que en esos pocos días que llegué, ya estaban al día con casi todo.
Y me hablaron del salario, que era salario base más la comisión de lo que venda la ruta y además hasta me dieron los viáticos semanales.

A decir verdad eso me emocionó algo, ya que mi meta, al menos eso pensaba yo, era durar todo lo que mi cuerpo diera, para comprarme una guitarra eléctrica, que era mi sueño, y valía 11000…y ya la tenía vista.

Al pasar la quincena, mi cuerpo ya se estaba amoldando a llevar cuero, como le decíamos, aprendió a madrugar, a jalar peso, a llevar calor y agua, a comer en carreras, a sudar y sudar día tras día, de Lunes a Sábado, a vivir la mayoría del tiempo de mi vida, metido en el cajón de un camión.

Pronto me aprendí la ruta, los negocios, las mañas, como jalar cosas con menos esfuerzo, y a trabajar en semana santa. Y así formé parte de la gran familia de repartidores de la Dos Pinos.
 
Si logran ver bien, soy el que está en medio del cuadro rojo.


Cuando logré comprarme la guitarra, me propuse que seguía luego un buen amplificador, y cuando lo compré, decidí que seguía una caja de efectos de pedal, un distorsionador, y luego hasta un bajo eléctrico.


Creo que así fue como pude lograr trabajar ahí por 10 años, hasta 1997.

martes, 23 de febrero de 2010

12. Las primeras cervezas


En el colegio, ya varios estábamos estrenando cédula, sobretodo entre los hombres, que generalmente éramos los más viejos, gracias a nuestra vagancia y estupidéz.
Entre los compañeros del colegio y amigos del barrio organizábamos varias fiestas, en las cuáles ya teníamos como invitada principal la famosa cerveza.

También de vez en cuando empezamos a frecuentar varios bares capitalinos.
En un bar cercano al antiguo cine Capri, fue donde empecé a tomar cerveza, no era un bar de mala muerte, era como de la época, buena música de los 80’s y bonitas meseras.

La primera cerveza no me gustó, sabía muy amarga, la segunda si me gustó un poco más, y ya para la tercera le empecé a tomar el gusto.

Generalmente en las fiestas, a alguien le daba feo cuando tomaba, no siempre era la misma persona, siempre terminaba haciendo el ridículo, y al otro día en el colegio, era el centro de atención de todo el mundo.
Dentro de las cosas raras que les daban, casi siempre estaba la llorada por la antigua novia o novio.

Lo extraño del caso era que siempre les daba a los hombres por ir a buscar a la ex cuando estaba totalmente borracho y empezaba a llamarla afuera de las casas.
Un compañero, luego de finalizar la fiesta, estaba llorando sentado en un caño, obstinado de la vida y del amor (la misma típica historia de adolescentes), y los amigos más cercanos estábamos consolándolo como siempre, mientras el nos contaba la historia romántica que había pasado con una novia.

De repente se levantó, y nos dijo que iba a buscarla y a reconquistarla de nuevo, como el tipo no andaba muy bien que digamos, alguien tenía que ir a cuidarlo que no le pasara nada, ya que a como iba , le podía pasar algo.
Cuando llegó al frente de la casa, empezó a llamarla a grito pelado, haciendo un escándalo en toda la calle.

Al menos ya estaba alegre, y nos dijo que estaba feliz de que fuéramos sus amigos.
Nosotros solamente le seguíamos la corriente, que nos devolviéramos, que no estaba, que era muy tarde, y etc. etc.
Y de repente empieza a quitarse la camisa y a dársela a un compañero que venía con nosotros…

- Maes, ustedes son muy pura vida…tome, les regalo esta camisa, es muy fina y cara, yo se las regalo, ustedes son muy tuanis, los mejores amigos que he tenido.


Y seguidamente se quita el reloj y me lo entrega de igual manera.
Y en un abrir y cerrar de ojos siguió con los zapatos….
Para cuando ya iba con el pantalón, abrieron la puerta de la casa de la ex novia
Y salió el padre de la mujer….

Se hizo un alboroto, y nuestro amigo seguía de majadero que quería verla, y el aún casi sin ropa, y el papá nos quería echar los perros… al final salimos mejor en carrera.
No se como convencimos a nuestro compañero, que mejor fuera al otro día a buscarla, ya más tranquilo, con ropa y solo.

Lo fuimos a dejar a la casa de nuevo, ya un poco mejor de la borrachera, y le devolvimos su ropa, pero el insistía en que nos la dejáramos.
Me sentí tentado en dejarme el reloj, porque seguía de majadero, pero siempre me hubiera sentido mal. Se lo eché en la bolsa del pantalón y luego se metió a la casa.
Para el otro día, todo había pasado, y solamente nos reíamos de acordarnos de todo lo que había sucedido.

Lo extraño era que el amigo, decía que ya no quería ver a la ex, que no sabe porque le dio por ir a verla, y la verdad es nunca más volvieron a tener nada.
A otro amigo le daba exactamente lo mismo, pero era peor, porque la ex novia de el, vivía a varios Kilómetros de donde estábamos.

Nosotros éramos de Desamparados, y ella vivía en San Francisco de 2 Ríos.
Y si nadie lo acompañaba, siempre se iba solo, por una pista muy peligrosa.
Una noche nadie lo quería acompañar, pero yo si noté que estaba bien mal, porque cuando lo vi irse solo, se le atravesó un gato, y empezó a reírse solo
Y decir :

-…"que hijueputa….perro más feo"

Cuando lo alcancé, todavía se seguía riendo solo del gato que creía que era un perro feo.
Esa noche nos tocó caminar y caminar como locos, lo que no se, era como no se perdía...si sabía a donde iba.
No se como de verdad llegamos a la casa, tocó la puerta y la llamó, pero dijeron que no estaba.

Cuando nos estábamos devolviendo, e íbamos por medio camino recorrido, se le metió que nos habían engañado, y que se iba a regresar de nuevo… y ahí íbamos otra vez de vuelta.

Logré convencerlo de irnos para la casa, pero de vuelta se nos metieron 3 chavalos que nos querían asaltar, ya que empezaron a seguirnos en actitud sospechosa.
Por suerte nos dimos cuenta a tiempo, y jalamos espantados, nunca nos pudieron alcanzar.
Para cuando llegamos, ya se le había bajado un poco las cervezas.

Recuerdo que otro día, estábamos todos muy tomados, en San José, casi por la corte, éramos como 4, y se nos ocurrió ver quien se atrevía pasar por la línea del tren, pero una parte que está en un puente y sin barandas de esa zona.

La verdad es que empezamos a pasar todos, demasiado valientes, pero al llegar en medio, el puente se veía demasiado alto, abajo estaba una calle por la que pasaban carros, y no teníamos mucho equilibrio que digamos, así que todos empezamos a gritar que ya no queríamos pasar, que nos devolviéramos, pero el que venía atrás, estaba petrificado y no se podía mover.

Como nadie se podía devolver, empezamos a gatear por la línea del tren, casi que arrastrándonos…la calle de abajo se veía demasiado horrible.
Pero al final uno a uno, fuimos cruzando, hasta que el último llegó sano y salvo.

La primera vez y la última, que realmente puedo decir que me emborraché de manera que no recuerdo nada, fue algo verdaderamente horrible.
Duré demasiado enfermo, como tres días solo comiendo pan y galletas y con dolor de cabeza espantoso.

Fue para un 31 de Diciembre…y el año exacto de verdad no me acuerdo.
Organizamos una fiesta donde unas amistades, llegamos como desde las 5 de la tarde, para pasar el año nuevo en una pura fiesta.
Lo malo, es que en vez de cerveza, me ofrecieron licor….y de todo tipo.
Recuerdo que ese día probé el Whiskey, Brandy, Tequila y Ron, pero lo que me mató, fueron unos cócteles llamados cucarachas.
Supuestamente uno queda listo con 3, esa vez la cuenta se me terminó cuando llevaba 5.

Todavía me acuerdo que solo decía que sabía demasiado rico, que era como un fresco, y muy bonito tomarlo con una pajilla, mientras estaba con una llama viva en el vaso.

Lo último que recuerdo, fue cuando me preguntaron que ¿cuanto faltaba para el año nuevo?, así que ví mi reloj, y dije que apenas eran las 9, que faltaba mucho.
Después como que tuve unos breves lapsos en mis memorias, veía una plaza de fútbol en la noche, unas mesas enfrente mío, mis pies, un piso…
Y luego vi una gran claridad…alcé la cabeza y vi que no estaba en mi casa, vi a mis compañeros durmiendo cerca de mí, traté de levantarme, y no pude, todo me daba vueltas, me dolía la cabeza como nunca, hice un esfuerzo más, y tuve que ir directo al baño…casi no podía ni estar de pie.

Todos me preguntaban por mi estado, yo la verdad ni sabía como estaba, solo sabía que no me estaba gustando nada esa situación.
Al cabo de un tiempo, un compañero se levantó asustado y me dijo que se tenía que ir rápido porque tenía que ir a la primera misa del año con la familia, y que estaba todo enfermo.
Yo lo seguí y me fui para la casa.

Los siguientes días, lo pasé muy mal.
Vomitaba todo lo que me comía, hasta los vasos de agua, hasta sin haber comido nada.
La cabeza me iba a estallar, estaba todo débil.
Luego me contaron, que esa noche yo dije que fuéramos a traer cervezas y más comida.

Nos fuimos hasta el centro de Desamparados, pasamos por la plaza de fútbol de Gravilias, de donde me caí y me juntaron, llegamos a un restaurante chino, y donde iba entrando, me caí en medio de todas las mesas, nos sacaron y fuimos a otro lado.
Supuestamente yo pagué todo, y por eso al otro día estaba limpio, solo con un menudo en la bolsa de la camisa, que de verdad si estaba ahí, y no sabía la razón de eso anteriormente.

El amigo que me cuidó de todo eso, fue el mismo que yo cuidé cuando íbamos hacia San Francisco, y eso que el tampoco iba muy bien.

La verdad es que cuando uno es adolescente, se necesita un poco de amistades buenas, bastante suerte y la mano de Dios para que no le pasen muchas cosas malas, y esa noche yo tuve todo eso.

Aparte de un poco de vómito, y el horrible dolor de cabeza y el bañazo ocurrido, no me pasó nada más, pero eso no quiere ser que siempre sea así.

Al menos aprendí una lección, con el licor no se debe jugar, porque en la de menos, y sin darse cuenta, pueden ocurrir cosas que puede uno lamentar toda la vida, o para siempre.

Por eso es mejor hacer todo con una buena medida, y más cuando se está aprendiendo.


Nota: Primera historia click aquí

lunes, 15 de febrero de 2010

11. Entrada al colegio (tercera parte)

Ya no tenía más matrícula en el Liceo de Costa Rica, recibí una tremenda reprimenda por parte de mi madre…y no hubo campo en otro lugar, así que no me quedó más alternativa que trabajar por ese año.

Volví al taller de aire acondicionado, y hacía lo mismo, mantenimientos en muchos lugares, y así pasó el tiempo.

La verdad es que estaba tranquilo en ese trabajo, parece que ahí estaba madurando, al siguiente año, me iban a meter al Colegio Monseñor Rubén Odio en Desamparados centro, pero tampoco hubo campo, y de última instancia me metieron al colegio de Gravillas.

No era un colegio muy recomendado, pero no se podía escojer mucho.
De nuevo a cuarto año de colegio, lo único diferente, era que ya no solo hombres habíamos, era un colegio mixto.

Al principio, me sentía incómodo, todos se conocían, y yo no conocía a nadie.
Atrás mío, habían tres mujeres, que solo reírse feo y por cualquier tontera, yo las volvía a ver, y les arrugaba la cara, me caían mal, y creo que yo a ellas también.
Al poco tiempo, se hicieron muy buenas amigas mías, las tres, Jeannina, Olga y Shirley además de otro compañero llamado Dick.

Me hice muy descarado con los forros, todos en el aula los usaban, las mujeres en las piernas, o en las mesas, los míos eran como un pequeño libro, tenían hasta portada e introducción, lo malo era que a la hora de sacarlos, no veía muy bien, y me costaba mucho leerlo en pura carrera.
Así que decidí hacerlos del tamaño de una hoja de exámen.

Apenas repartían los exámenes, lo sacaba y lo ponía debajo…cualquiera que me viera pasar hojas, creía que era el exámen lo que estaba viendo.
Como muchas veces no salía lo que tenía apuntado, y otras personas si tenían lo que ocupaba, nos pasábamos los forros de pupitre en pupitre.
Solo que una vez pescaron a unas compañeras pasándolo, y las obligaron a entregar el exámen y salir del aula…y se fueron llorando.

A mi nunca me pescaron copiando o pasando un forro, pero no quiere decir que no me sacaran.

Sucede que unas compañeras se pasaron el forro, y se les cayó, pero cayó cerca mío.
Ese día, ni forro me hice, realmente estaba todo empunchado haciendo el exámen , que ni me dí cuenta que estaba pasando.
Solamente escuchaba a la profesora diciendo que entregara el exámen y que saliera del aula.

Ni sabía yo de que estaba hablando, ni a quien, yo seguía escribiendo hasta que la vieja se paró a la par mia, y me dijo que me fuera.
Yo le preguntaba que diablos le pasaba?, y me decía que me vió copiando en el exámen.
Yo le dije que no estaba haciendo nada, que salada, que yo iba a seguir haciéndolo.
En eso agarró mi exámen, y le puso una gran X encima, y yo tuve que salir del aula con un colerón.

La verdad eso no me ayudó en mucho, y empecé a molestar más, y especialmente a esa profesora, la de Química.
Como no me quería mucho la vieja, me uní a los alumnos que ella si quería, eran demasiado buenos en química, y siempre hacíamos los trabajos juntos, y la vieja no podía decir nada.

Me caían muy bien, recuerdo que nos tocó hacer un proyecto, y escojimos hacer un cohete.
Lo hicimos de aluminio, era muy bonito, y también hicimos nuestra propia pólvora.
Era bastante grande, casi como medio metro de altura tenía, y lo rellenamos de pura pólvora.
A la hora de enseñarlo y encenderlo en el patio del colegio, para ver cuanto se elevaba, costaba mucho que prendiera, la mecha era muy corta…lo encendía y se apagaba, una y otra vez.

Al final, nunca le dió la gana de prender, pero creo que fue lo mejor que pudo haber pasado, ya que alguien nos dijo, que el diseño estaba malo, que no estaba hecho para que volara, sino para que explotara como una gigantesca bombeta de medio metro.
Para no quedar tan mal con el proyecto, decidimos hacer un volcán con toda la pólvora que teníamos.

Hicimos una maqueta muy bonita de un volcán, y lo llenamos de pólvora, esta vez si tenía que funcionar, y no podía estallar nunca.
Al tirar el fósforo adentro del volcán, se vino un llamarón tan alto que casi nos quema las cejas, y empezó a echar humo a lo loco, que todo el colegio se llenó de humo por los pasillos, al poco tiempo, muchos alumnos y profesores empezaron a salir de las aulas asustados, y ya casi iban a llamar a los bomberos.

Por suerte no pasó nada malo, y el proyecto lo tuvimos bueno…creo que la profe no se arriesgó a que intentáramos a hacer otro.

Para el mundial de Mexico 86, cerraban los portones, y no dejaban salir a nadie, porque la gente se iba de clases a ver los partidos.
A mi nadie me iba a detener, estaban locos, así que decidí cavar una especie de hueco que pasara por debajo de la malla del colegio, en un lugar que no me vieran.
Siempre que había un partido bueno, yo me largaba, y no le contaba a nadie de mi hueco, porque sabía que eso me iba arruinar el escape tarde o temprano.
Siempre se quedaron con la incógnita, de cómo me escapaba.
Solamente tenía que lavar bien la camisa del colegio y el pantalón.

Casi siempre le decía a una compañera que si ella quería yo la invitaba a comerse unas orejas o empanadas en la soda del colegio, pero la verdad, es que no tenía ni un cinco para pagar nada.

Y como se llenaba mucho la soda de gente, y se hacía un molote, yo le decía que fuera conmigo, que mientras yo pagaba, que ella agarrara las orejas que estaban en el mostrador.
Lo que hacía en realidad, era preguntarle al que atendía, por el valor de algo que estuviera al puro fondo, para cuando el volvía, la otra ya venía con las orejas, simplemente le decía al de la soda, que estaba bien que muchas gracias, y nos largábamos.
Cada vez que tenía hambre, le decía a esa compañera que fuéramos y que yo la invitaba.

Para una vez que estaba en la dirección, no recuerdo el porqué, se me metió el diablo al ver el reloj de las alarmas, bien pegado a la pared… y decidí adelantarlo un poco…al fin y al cabo era ya la última lección.
Para cuando volví al aula, le dije a un compañero: 

- Apenas suene la alarma, agarre todos sus chunches y salgamos para la casa.
- Pero todavía falta mucho (me dice él)
- No lo crea, ya casi suena, solo sígame y jalemos.

Como al minuto sonó la alarma de salida, y todos como extrañados se quedan viendo entre si, solamente agarré mis cuadernos y decidí salir del aula, y mi otro compañero, iba detrás mio.
El profesor empezó a decir que no nos fuéramos, que había algo malo, pero yo no le hice caso…y las demás aulas del colegio también empezaron a salir.
Todo el colegio empezó a salir, y al final no le quedó más remedio a todo el mundo que hacer lo mismo.
Al cabo de un tiempo, le pusieron una caja con candado al famoso reloj.

Yo era muy amigo de Maritza, la Presidenta del colegio, y de vez en cuando, le decía que fuera a cierta clase en que yo estaba, y que preguntara por mi, para ir a una reunión con el director o algo así por el estilo.
Los profesores me dejaban salir, y simplemente nos íbamos varios, a un aula de profesores, a jugar de algo, o a dormir.

Yo le devolvía el favor, comprándole cigarros en la pulpería, ya que en ese entonces yo tenía cédula, y casi siempre iba con una Jacket, y no se me veía el uniforme, vale que a mi nunca me gustó ese vicio, pero a ella si.

Aunque parezca increíble, una vez fui expulsado del colegio por llevar el pelo largo y por no afeitarme (eso si me daba pereza, y hoy en día también).
Ahora me da risa acordarme de eso, ya que solo me quedan 4 pelos en la cabeza, pero por eso mandaron a llamar a mi mamá, para que hiciera algo al respecto, y me pudieran aceptar de nuevo.

Cuando llegó mi madre a hablar con el director del colegio, y verlo a el todo mechudo y barbudo, peor que mi…le pegó una soberana regañada tan buena, que casi lo hace a el cortarse el pelo y rasurarse, en vez de a mi.
Al final, ninguno de los dos nos tuvimos que cortar el pelo, ni nada, y ya para el otro día volvía normal al colegio.

Desgraciadamente creo que siempre se sacó el clavo conmigo, pasé las materias, pero en conducta me dejaron, lo que me obligaba a repetir de nuevo todo ese año.
Con algunos compañeros del colegio


Nota: Si quiere ir al primer capítulo de toda la historia: click aquí

martes, 9 de febrero de 2010

10. Entrada al colegio (segunda parte)

No se si yo era la mala influencia de mis amigos, o era al revés, pero esos pocos años que estuvimos juntos, aún no se olvidan tan fácilmente.

Al menos se que no era el más malo del aula, solo cuando me molestaban... habían otros que siempre se daban de golpes a la salida del colegio, ya sea en Plaza Viquez, o en las Tucas, o habían otros que les daba por escupir en los pasamanos de las escaleras del colegio, y cuando alguien venía bajando y se agarraba de ahí, era muy seguro que se llenara de algo viscoso, ya sea amarillo o verde, depende de la salud del autor.

Al llegar a otro grado, yo seguía escapándome del colegio, cuando me daba pereza no iba, simplemente hacía que salía de la casa para el colegio, esperaba un tiempo a que se fuera mi madre a trabajar, y al rato volvía a entrar a la casa.

Para cuando ella llegaba del trabajo, yo ya había estudiado arduamente.
Solamente una vez llegué y entré a la casa, y parece que mi mamá aún no había salido, estaba con unas visitas en la cocina….pero yo ya estaba adentro de la casa.
Apenas escuché bulla, lo que hice fue tirarme en un cuarto, y meterme debajo de una cama, esperando que se fuera todo el mundo.

Mientras estaba en ese escondite, ese día se le ocurre temblar en el país, y un meneón tan fuerte, que yo solo escuchaba a toda la gente en la casa, bajando a todos los santos.

Mientras tanto yo seguía debajo de la cama, y trataba de no hacer bulla, ni salir de ahí.
Ese temblor, parecía no terminar nunca, la verdad es que se sentía bastante feo estar uno tirado de panza en el suelo, mientras veía varios pies corriendo.
Cuando terminó, la gente aún seguía hablando de eso…y nada que se iban, hasta como una hora después se fueron de la casa, mi mamá y sus invitados.

Las veces que iba al colegio, también me daban ganas de escaparme, o sea que ni siquiera el día entero pasaba ahí.
O me convencían de irme, o yo era el que convencía a la gente.
Y nos íbamos a hacer diabluras a las otras casas, a jugar futbolín, o molestar en San José.

Muchas veces íbamos a apear jocotes o guayabas por unas montañas de donde yo vivía, o a tratar de pasar por una tubería que atravesaba un río.
La verdad que el que se cayera de ahí, por lo menos mojado quedaba, o se quebraba todo, porque la tubería estaba bastante alta del río….muy pocos la lográbamos pasar, pero una vez que llegabas a la mitad, ya no podías quedarte ahí, y si te devolvías, el recorrido era lo mismo, así que había que seguir, sin pensar en lo que se veía abajo.

Ya éramos adolescentes, pero nuestras mentes no habían crecido mucho…
Un día, nos escapamos del colegio y nos fuimos a la casa de Retana, estábamos vacilando, y creo que Retana nos comenta que cerca de ahí había un río, que fuéramos a conocerlo, eso era en San Rafael Abajo de Desamparados.
Nos fuimos los cuatro… Mejía, Parra, Retana y yo.

Llegamos a un potrero, no se bien donde estábamos, casi por Alajuelita nos dijo Retana que era el que más conocía, en eso vimos varios hombres en actitud sospechosa…como que estaban fumando marihuana o algo así.
Preguntamos donde quedaba un río, y nos señalaron hacia abajo…
En eso nos fuimos a esa dirección.
Al poco de un rato, nos dice Parra:

- "Maes, hay algo raro, esa gente de atrás nos está como siguiendo, ya lo noté, vuelvan a ver para atrás."

En lo que vimos hacia atrás, vemos varias cabezas agacharse y esconderse en unos matorrales.

Nos pareció muy sospechoso ese asunto, así que decidimos seguir por la orilla del río, pero alejándonos de ellos.
Seguimos caminando, pero más aprisa, ya no nos íbamos a meter al río.
Volvimos a ver para atrás, y otra vez vimos sus cabezas agacharse, y si caminábamos más rápido, ellos también.
Ahí comprendimos que algo no andaba bien.

Ya estábamos medio perdidos, no sabíamos por donde agarrar, así que decidimos cruzar al otro lado del río, para ver si los despistábamos.
En la parte que nos pusimos a cruzar el río, no era una parte tranquila, ni tampoco poco profunda, era todo lo contrario, pero había que hacerlo inmediatamente, ya que todos estábamos bastante asustados.

Andábamos hasta con el uniforme del colegio, y así nos metimos a cruzar el río, tuvimos que hacer una especie de cadena para pasar y que nadie se lo llevara la corriente.

Apenas cruzamos, vimos que los tipos nos seguían todavía, así que empezamos a subir y subir una montaña en una pura carrera.
Corrimos como locos cuesta arriba, hasta que vimos un alambre de púas, y un hombre detrás de ésta.

Le contamos lo sucedido, que si podíamos salir por ahí, y nos dijo que era propiedad privada, que si nos metíamos, nos podían volar bala.
Ya no sabíamos por donde agarrar, por ambos lados la cosa estaba peligrosa.
Así que bajamos un poco y empezamos a correr por la orilla del río.
No se cuanto anduvimos, ya estábamos todos sucios, mojados, cansados y sudados…solo montazales veíamos, y la orilla del río.

Casi no parábamos, ni para volver a ver hacia atrás, ni sabíamos para donde íbamos.
En eso vemos un puente, y una calle…

Salimos disparados hacía él, a como pudimos lo subimos y fuimos saliendo a una calle, y para cuando logró subir el último…vimos hacia abajo, y en la orilla del río, venía un carajo cruzándolo a toda carrera…aún seguían detrás de nosotros.
Ya en la calle, no sentíamos más miedo, estaba más fácil para correr…y al poco de un tiempo, logré ver que estábamos cerca de Desamparados, por Cucúbres.

Los tipos no pudieron encontrarnos nunca más…nunca sabremos porqué se ensañaron tanto en seguirnos por ese camino tan escabroso, y por tantos kilómetros.
Llegamos a mi casa en Desamparados todos cansados y agotados, pero sanos y salvos.

No se muy bien la zona por donde anduvimos esa vez, todos estábamos perdidos, solo recuerdo que fue un 2 de Noviembre de 1983 o 1984, y para Abril de 1986 estoy casi seguro que muy cerca de ahí, pasó lo de la masacre de Alajuelita donde mataron a 7 mujeres.

Aún después de eso, me seguía escapando del colegio, era tanto lo que no iba, que una vez mandaron a llamar a mi mamá.
Llegó con el Orientador al aula donde estaba, y me llamaron para que saliera de clases, porque ocupaban hablar conmigo….

Pero el alumno ya brillaba por su ausencia….ya me había escapado.

Cuando llegué a la casa, mi madre me regañó todo, y yo solo dije que me echaron del aula por las faldas afuera, o algo así.
Unos días después, me llamaron a la oficina del Orientador, para decirme que ya no me iban a dar matrícula en el colegio.
Que mejor buscara otro…no se si eso suena a expulsión, pero hasta ahí llegó mi historia en el Liceo de Costa Rica, hasta cuarto año.

Para el otro año, me encontraba trabajando otra vez en el taller de aires acondicionados.

A mis antiguos compañeros, no los volví a ver nunca más, ni a Rafael Ángel Mejía Ávila, y ni a William Parra…solo al cabo de muchos años más, vi a Ricardo Retana (@chuletta) ya hasta había crecido más que mi.
La verdad es que esta historia no me hace muy orgulloso que digamos, no se porque yo era así…
Solo la cuento tal como me pasó, y como yo era.

Ya a los años uno madura un poco, sobre todo los hombres que somos muy lentos en eso, y pensamos en nuestros padres y sus sacrificios que han hecho por uno.

Dentro de tanta cabezonada de uno, al menos algo bueno aprendí de todo eso…aprendí a trabajar …a saber hacerlo bien…a aguantar cosas feas del trabajo y seguir haciéndolo lo mejor posible sin ser un lame botas, solamente por responsabilidad y profesionalismo.

Aprendí a trabajar en cualquier horario y lugar, a trabajar con compañeros buenos y malos, a saber cuando decir NO y cuando hay que decir SI en un trabajo.
Al final todos estaremos en esto…en un trabajo.
Siempre rockeros


Nota: Y otra vez, si quiere leer el primer capítulo de las Vivencias de un niño, está aquí